Durante más de dos meses, entre agosto y septiembre de 1944, Polonia dijo basta. El levantamiento de su capital contra los nazis, cuando ya las fuerzas alemanas se mostraban incapaces de contener el avance soviético, ha pasado a la historia como uno de los episodios más heroicos y sangrientos de la Segunda Guerra Mundial. Fue un fracaso que se saldó con 250.000 muertos y la destrucción total de la ciudad –ante la indiferencia de los futuros invasores soviéticos, que no hicieron nada para evitarlo–; pero que aún arrebata a los descendientes de sus protagonistas y sirve para ensalzar a las fuerzas del ejército nacional que llamaron a la rebelión.
Miron Bialoszewski (1922-1983) tenía diecisiete años cuando estalló la ...
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