Con el tiempo

Renacimiento. Sevilla (2010). 72 págs. 12 €.

GÉNERO

Los temas de la poesía universal se repiten una y otra vez a lo largo de la historia y, sin embargo, la lírica no envejece, quizá porque nos interpela sobre las cuestiones fundamentales: el amor divino y humano, la vida, la muerte, la caducidad del tiempo, la naturaleza, el arte… Cambian los modos de decir y los recursos literarios, pero casi siempre se trata de variaciones sobre parecidos temas.

En su cuarto poemario, con un enfoque muy personal, Enrique García-Máiquez (1969) no se aparta de las cuestiones mencionadas. El título del libro señala bien dónde nos movemos: el día a día del escritor, su entorno familiar y social, con los matices que impone el transcurrir de los meses y los años. Es elocuente su afirmación del poema introductorio: “La manzana prohibida del paraíso: el tiempo”.

El tono dominante del libro es el humor: “No tengo tiempo para tener prisa, / ha escrito Juan Marqués y estoy de acuerdo. / A ver quién se lo explica a mi reloj ahora. / Es negro y astifino / y yo corro delante como en los Sanfermines”. El humor permite al poeta distanciarse de la realidad, para cantarla sin dramatismos ni ingenuidades, con una ironía que pone las cosas en su sitio y transmite amor a la vida, interés por las personas, lejos tanto del narcicismo egocéntrico como del cinismo nihilista en el que se suele caer cuando la realidad se ve únicamente como caricatura.

Nada de esto hay en la poesía de Enrique García-Máiquez, pues apunta claramente a un sentido trascendente y cristiano de la existencia: por esto no falta vibración amorosa ni ternura en sus versos, en poemas como “La pregunta”, “La poesía”, “Tarde”… o en los diálogos con la madre fallecida de “In memoriam”, “El descubrimiento”, “Albada”, entre otros; o en el último, dedicado a la hija que acaba de nacer. Además, la crítica nunca es amarga, sino divertida, sutil, y se dirige sobre todo a las actitudes superficiales y vanidosas.

Formalmente, Con el tiempo también ofrece bastante variedad. Hay algún soneto y algún poema rimado, hay bastantes haikus (“Las retorcidas / ramas buscando clari- / dad. Como yo.”) y otros poemas breves.

A menudo, se parte de una anécdota autobiográfica de la que se extrae alguna conclusión o sugerencia, sobre la vida, el amor, el tiempo, la creación literaria, la amistad… El ritmo y las imágenes son muy variados y denotan una notable capacidad para transmitir el quid poético de lo cotidiano.

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