Agua del limonero

Espasa. Madrid (2010). 304 págs. 19,90 €.

GÉNERO

Licenciada en Ciencias de la Información, subdirectora de la revista ¡Hola! (su padre, Eduardo Sánchez Junco, fue su fundador), Mamen Sánchez es autora de varias novelas infantiles y una novela de adultos, Gafas de sol para los días de lluvia. Agua del limonero tiene bastante que ver en su ambientación con su actividad profesional: la joven periodista Clara Cobián recibe el encargo de escribir las memorias de Greta Bouvier, una conocida e inaccesible dama de la alta sociedad de Nueva York, viuda de Thomas Bouvier, una de las grandes fortunas americanas.

A la vez que se cuenta el viaje y la estancia de Clara en Nueva York y sus conversaciones con Greta, una mujer de mucho carácter que se ha fabricado una imagen a su medida, la novela habla también de la propia vida de Clara y, sobre todo, de la relación, a ratos tormentosa, que ha tenido, y sigue indirectamente teniendo, con Gabriel Hinestrosa, catedrático de la Universidad, Premio Nacional de Literatura y profesor suyo.

Tras unos inicios más bien tópicos, la trama se complica cuando Clara descubre que la biografía de Greta esconde algunos puntos oscuros relacionados con su pasado, sobre los que la interesada no está dispuesta a hablar. Esos hechos tienen que ver con su vida en Austria, la llegada de la Segunda Guerra Mundial, su huida del país y su exótica e inesperada llegada al Acapulco de los años 50. Allí es donde la conoce Thomas y donde surge un súbito amor que acaba en una acelerada boda. No sólo se complica la novela en esta dirección, pues algunos sucesos y descubrimientos que Clara hace de la vida de Greta empañan también las relaciones con su profesor.

La trama de la novela gana en interés a medida que se avanza en su lectura. La autora no duda en introducir el mayor número posible de elementos dramáticos para concluir que nada es lo que parece y que todas las grandes personalidades, a pesar de la imagen hierática y fría que se han empeñado en construir, esconden secretos que, como sucede con Greta, les humanizan.

La autora recurre sin tapujos a las técnicas del folletín más decimonónico, aunque los personajes, sobre todo la periodista Clara, sean muy de ahora. El estilo es, en determinados pasajes, de novela rosa (lo mismo que la historia de amor entre Greta y Thomas), y los personajes, al ser tan tópicos (como Bartek), no acaban por tener vida propia. Novela, pues, que se sostiene en una ingeniosa pero clásica trama que abusa de un estilo realista, con sus gotas -que casi siempre sobran- de rebuscado lirismo.

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