Una mujer llama desde el coche a la policía, que consigue “abortar” un posible secuestro. Todo había empezado con una fiesta y un lío de una noche.
La belga Delphine Girard escribe y dirige un sobrio thriller que disecciona un abuso sexual. En la línea de la interesantísima The assistant, de Kitty Green, Víctima imperfecta rehúye el morbo para centrarse en el conflicto interno de los protagonistas. Es en ese terreno donde se desarrolla la historia, en el deseo de los dos protagonistas de que nada de lo que ha sucedido hubiera ocurrido. Un deseo tan inútil como imposible.
La cinta refleja bien la dificultad de reparar estas agresiones, especialmente cuando suceden en entornos cercanos. Y, siendo muy clara la condena al agresor, la originalidad de la película es que no se centra tanto en el análisis de la conducta del otro sino en la propia. Y ahí no hay cárcel ni condena que pueda enmendar y dar respuesta a las dos recriminaciones que se hacen cada uno de los protagonistas: ella cuando afirma que nunca debería haber subido al coche, y él cuando confiesa, no solo que es culpable, sino que podría haberla matado. Dos vidas truncadas que empiezan con una fiesta entre amigos.
