Acostumbrados o, más bien, sometidos a la visión de la violencia urbana de cierto cine-USA, podrá parecer que la violencia de Todo está oscuro es falsa: sus protagonistas no son, ni se pretende, atletas de admirable agilidad circense; es la suya una realidad menos espectacular y más verdadera. Bien que no llegue a apasionante.
Esta segunda e interesante película de Ana Díez se adentra en el mundo de la droga en Colombia. Una ejecutiva española (Silvia Munt, sobria en su difícil papel) viaja a Bogotá tras haber sido avisada de que su hermano periodista ha sido asesinado allí. Ante la pasividad de la policía, investiga, con la torpeza y la inteligencia propias de un no especialista, y extranjero. Esa peculiar investigación se mueve por las ramas extremas y menores, pero más patéticas, desgarradoras y miserables, del intrincado bosque de la droga. En esta búsqueda de culpables, la hermana debe terminar su peligrosa y angustiada aventura con la frustrada conclusión de que «todo está oscuro».
Guión adecuado, realización correcta y, en ciertas secuencias, notable, aunque con poco medios.
Pedro Antonio Urbina