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Sunchaser

Director: Michael Cimino. Guión: Charles Leavitt. Intérpretes: Woody Harrelson, Jon Seda, Anne Bancroft, Alexandra Tydings. 120 min. Jóvenes-adultos.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

La carrera de Michael Cimino no ha vuelto a ser la misma tras La puerta del cielo, el film que arruinó a United Artists. El director de El cazador y Manhattan Sur ha trabajado muy de tarde en tarde, con bastantes dificultades y resultados poco estimulantes, como 37 horas desesperadas, el remake fallido de un film de William Wyler. Tiene oportunidad de desquitarse con Sunchaser, si no en la taquilla, sí al menos artísticamente.

El doctor Michael Reynolds, prestigioso oncólogo, lleva una vida familiar y profesional que parece perfecta. A punto de conseguir un importante ascenso, le toca atender en el hospital a Blue, un indio navajo, presidiario homicida de 16 años y enfermo terminal de cáncer. El joven, sin nada ya que perder, emprende una audaz fuga tomando como rehén al médico. Ambos inician un largo viaje a una mítica montaña sagrada de los indios.

Cimino desarrolla bien el medido guión de Charles Leavitt, y muestra de modo creíble el progresivo acercamiento entre médico y delincuente, al final estrecha amistad, basada en la confianza y el sacrificio. Ayuda la ajustada interpretación de los actores, sobre todo de Woody Harrelson, alejado de sus papeles histriónicos en Asesinos natos o El escándalo de Larry Flynt. La necesidad de una vida espiritual, latente al menos en todo hombre, queda clara en el film. La pregunta, casi desesperada, «¿Es que no hay nada sagrado para ti?», planteada a grito pelado en el deslumbrante paisaje de Monument Valley, interpela con fuerza al espectador. También lo hace en la conciencia del doctor Reynolds. Éste, traumatizado por un doloroso hecho de la infancia -relacionado con el cáncer que sufrió su hermano-, ha desarrollado su dedicación profesional con una confianza absoluta en la ciencia. La posibilidad de un milagro -buscado con fe incansable por Blue- no cabe en sus estrechos esquemas mentales; hasta que inicia el peculiar peregrinaje espiritual que constituye la mayor parte del film.

La interesante historia y el buen ritmo narrativo que Cimino le imprime -con cuidado montaje y hábil resolución del final, a priori complicado-, conforman una película muy satisfactoria.

José María Aresté

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