Romería
7/10Valoración

Romería

PRODUCCIÓN España, 2025

DURACIÓN 115 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

contenidos

Ritmo : ⚪⚫⚫
Amor: ⚪⚪⚫
Sexo: ⚪⚫⚫

ESTRENO05/09/2025

Marina es una joven estudiante de cine que viaja desde Barcelona a Galicia para realizar unas gestiones administrativas y conocer, de paso, a su familia paterna. Marina apenas conserva recuerdos de sus padres, fallecidos de sida cuando era muy pequeña, y el contacto con sus abuelos, tíos y primos le permitirá resolver algunos interrogantes… y plantearse otros nuevos.

La cineasta catalana Carla Simón cierra con Romería una trilogía autobiográfica y familiar que comenzó por la puerta grande con Verano 1993 y se consolidó con Alcarràs, premiada con el Oso de Oro de Berlín en el año 2022. Simón siempre ha afirmado que su cine, al menos hasta ahora, está absolutamente ligado a su historia personal. Huérfana desde niña, en Verano 1993 contaba el duelo por perder a sus padres, víctimas de la droga y del sida. En Alcarràs, su mirada y con ella la cámara, se giraban para narrar las luces y sombras de las vidas –a caballo entre el campo y la ciudad– de su extensa familia materna. En Romería la apuesta es aún más personal. La cineasta se abre en canal para contar el gran drama de su vida, la ausencia del padre, la falta absoluta de la memoria y el miedo, el silencio y el estigma que, en los años ochenta, acompañaban al drama de la droga y el sida.

Lo que hace Carla Simón en Romería es tremendamente complicado porque significa traducir en imágenes un dilema sumamente íntimo y muy potente. Se trata de entender a unos padres que no conoces, sin condenarlos ni hacer una hagiografía. Y tratar de entender también el contexto de una época en la que las ansias de libertad y de experimentación arruinaron la vida de miles de jóvenes y de sus familias. Unas familias que muchas veces reaccionaron, además de con dolor, con silencio y rechazo. Todo esto lo cuenta Carla Simón echando mano de un diario con voz en off construido a partir de fragmentos de cartas que su madre escribió a sus amigas, de algunas largas conversaciones ficticias con sus tíos, abuelos y primos –algunas muy convincentes y llenas de fuerza, y otras más estereotipadas– y de un pasaje final onírico donde la protagonista se encarna en el personaje de su madre. Se trata de una escena original en la filmografía de la autora –que siempre ha apostado por el realismo–, pero que subraya uno de los problemas que tiene la cinta, que es una cierta frialdad. Si resultaba casi imposible no conmoverse con el final de Verano 1993 o no emocionarse en algunos fragmentos de Alcarràs, Romería –abordando un conflicto aún más dramático– toca menos la fibra emotiva del espectador.

Eso no le quita el mérito a Simón de haber dirigido una película muy arriesgada, magníficamente interpretada y rodada y, de nuevo –y van tres–, humana, profundamente humana.

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