No va más

TÍTULO ORIGINAL Rien ne va plus

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Director y guionista: Claude Chabrol. Intérpretes: Michel Serrault, Isabelle Huppert, François Cluzet. 105 min. Jóvenes.Festival de San Sebastián, 1997:Concha de Oro a la mejor película.Concha de Plata al mejor director.

Con No va más, el veterano Claude Chabrol (Pollo al vinagre, Masques, El infierno, La ceremonia) ha logrado una película sólida, inteligente y sofisticada, que recupera algunos de los recursos clásicos de las mejores comedias de enredo francesas. Aunque quizá resulten excesivos los premios que ha recibido en San Sebastián.

La trama describe las andanzas de Betty (Isabelle Huppert) y Víctor (Michel Serrault), una singular pareja de timadores franceses. Nunca se aclaran las relaciones entre ellos, que bien podrían ser padre e hija; el caso es que el dúo se compenetra muy bien y vive cómodamente con sus pequeñas estafas. Pero Betty conoce a un hombre de negocios suizo, implicado en una ambiciosa operación de blanqueo de dinero… Betty y Víctor saben que es un terreno pantanoso, que apenas dominan; pero la tentación es irresistible… El «no va más» de su arriesgada apuesta se resolverá en la caribeña isla de Guadalupe.

El guión del propio Chabrol dosifica hábilmente los diversos hilos narrativos, enredando poco a poco la madeja de la intriga, pero sin descuidar el retrato de los dos personajes centrales. Así, a base de diálogos y situaciones chispeantes, de sutil introspección psicológica y mordaz sentido del humor, Chabrol va implicando al espectador en las desventuras de Víctor y Betty. Esta acertada opción por los personajes marca la calidad de la puesta en escena -de un pulcro y sereno clasicismo-, facilita el lucimiento de Isabelle Huppert y Michel Serrault -ambos espléndidos en sus medidas interpretaciones- e incluso disculpa la debilidad del desenlace y del epílogo.

Los defectos se detectan en un nivel de análisis más profundo. El tono es demasiado ligero, de modo que las aportaciones de fondo se limitan prácticamente a esa lúcida definición de tipos, sobre todo en lo que tienen de encarnación de la codicia. Este discurso es salpicado aquí y allá con algunos apuntes ocurrentes de crítica social, que alcanzan al capitalismo rampante, la degradación televisiva o la evangelización de América en clave anticlerical. Pero al final, no se renuncia del todo a una convencional posición materialista. «Cada vez que Chabrol rueda una película, elige alguna palabra clave -ha declarado Isabelle Huppert-; y en ésta es carpe diem!: ¡aprovecha el momento, que la vida es breve!». O sea, que tras su fachada de inconformismo moral, sólo ofrece más de lo mismo -hedonismo moderado-, aunque envuelto en un vistoso y divertido papel de celofán.

Jerónimo José Martín

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