Carlos Saúl Menem es el presidente que más tiempo se ha mantenido en el poder en Argentina de forma continuada y democrática. Y lo hizo durante un período especialmente convulso (de 1989 a 1999), cuando aún estaban abiertas las heridas de la anterior dictadura. A través de una narrativa que combina elementos biográficos, drama político y una cuidada recreación histórica de los años 90, esta ficción propone un retrato complejo del ascenso al poder del líder riojano, enmarcado en un país en transición hacia la democracia, herido por el populismo y la cultura del espectáculo, siempre a la sombra de un peronismo que parecía endémico.
Entre los guionistas y directores de la serie hay especialistas en comedia y en thriller, algo que explica el tono general, marcado por la sátira y el dinamismo narrativo. Menem no busca la fidelidad histórica, y por eso se permite bastantes licencias. La historia funciona a veces como una lección magistral (aunque muy cínica) de comunicación política, y también reconstruye numerosos hitos que marcaron ese mandato, como el atentado terrorista a la sede de la AMIA, o la muerte del hijo del presidente.
A pesar del innegable interés histórico y político, Menem encuentra su principal atractivo en su propuesta formal, con elementos de falso documental y que rompen la cuarta pared, y en su apuesta por el humor para perfilar un personaje caricaturesco y casi paródico en sí mismo.
Precisamente porque la fuerza de la serie está en cómo retrata la personalidad del presidente, explorando con profundidad pero con humor sus diferentes facetas, sorprende que en los últimos episodios ganen un peso desproporcionado las obsesiones esotéricas del personaje, que llegan casi a monopolizar el enfoque y provocan un cambio de tono brusco, de lo cómico a lo oscuro.
A Menem se le perdona casi todo gracias a un reparto de primerísima calidad, encabezado por Leonardo Sbaraglia (Puan, Félix) y Juan Minujín (Los dos papas, El amor menos pensado), que interpreta al personaje ficticio de Olegario Salas, fotógrafo del presidente y narrador de la historia. Por último, la selección de música noventera es excelente, hasta el punto de convertirse por derecho propio en otra protagonista más de la serie.