Luz de Soledad

TÍTULO ORIGINAL Luz de Soledad

PRODUCCIÓN España - 2016

DURACIÓN 100 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

PÚBLICOJóvenes

ESTRENO21/10/2016

Es muy de agradecer que haya productores y directores españoles que nos cuenten la vida de nuestros grandes hombres y mujeres, y también de nuestros santos. Los italianos ya lo venían haciendo desde hace tiempo, muy especialmente con la compañía Lux Vide, y los franceses lo hicieron hace muchos años.

El director Pablo Moreno nos contó la historia de los mártires de Barbastro en 2013; este año estrenó la vida de san Pedro Poveda, y ahora –aunque la rodó casi a la vez–, nos trae la de santa Soledad Torres Acosta, de la mano de Goya Producciones. Tres películas de encargo, todas con un presupuesto mínimo para ser cine de época, pero con un buen trabajo de producción.

Luz de Soledad parte del presente, en Madrid, donde sor Inés, una religiosa Sierva de María, acompaña a un enfermo en su lecho de muerte. El moribundo es un ateo anticlerical que reniega de la presencia de la monja que le ha impuesto su hija Olga, agobiada de trabajo. Ella pasa las horas muertas leyendo la vida de su fundadora, santa Soledad. Un día, el enfermo le pide que le lea en voz alta esa biografía, y así, como a modo de flashbacks, vamos conociendo la vida de esta santa, a la vez que comprobamos el eco de la lectura en él.

La joven actriz Laura Contreras da vida a la santa, magistralmente; su “antagonista” es sor Magdalena, interpretada por Elena Furiase, y su madre, la cantante y actriz Lolita Flores. Como es de imaginar, el film se centra en determinados momentos significativos de la biografía de la santa –llamada Manuela antes de entrar en religión–, pero sin parecer por ello una película “episódica”. Así vamos desde su juventud, en la que ayudaba a sus padres, lecheros, hasta el nacimiento de su vocación de servicio a los enfermos. Nos transmite una vida nada fácil, llena de reveses, epidemias, revoluciones… en fin, bien servida de penurias, de contradicciones, pero atravesada de la certeza de la fe y del servicio a los más necesitados. Tampoco nos oculta el pecado en los hombres y mujeres de Iglesia, sin caer en estereotipos ni maniqueísmos fáciles.

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