Vincent, creador y motor de un conglomerado industrial valorado en 20.000 millones de euros, es el prototipo del triunfador moderno, ambicioso, solitario, infatigable, siempre estresado y siempre corriendo, sin parar. Lo vemos con su deportivo averiado en una carretera, angustiado porque por ahí no pasa nadie. Un motorista le ayuda: lo lleva a su casa en la montaña –un solitario cobertizo de madera sin electricidad ni agua corriente–, le da de comer y lo devuelve a la civilización. Apenas intercambian un par de palabras, pero ese encuentro cambiará sus vidas.
El director y guionista Éric Besnard ha realizado una pequeña película escrita a medida de dos grandes actores: Lambert Wilson y Grégory Gadebois. Había trabajad ...
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.