La caja china

TÍTULO ORIGINAL Chinese Box

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Wayne Wang. Guión: Jean-Claude Carrière y Larry Gross. Intérpretes: Jeremy Irons, Gong Li, Maggie Cheung, Michael Hui, Ruben Blades. 109 min. Adultos.

Wayne Wang ha dado muestra de gran versatilidad en sus películas: El Club de la Buena Estrella, con un modo de narrar tradicional; Smoke, fiel al relato de Paul Auster, con una estructura y lenguaje más intelectuales…, y ahora esta caja china, metáfora de lo misterioso; la película se inicia con la imagen de una rica y complicada gran caja oriental, llena de puertas y cajones.

Toda la película parece una metáfora. Nochevieja al filo de las doce; va a comenzar el nuevo año -1997- en que, meses después, Hong Kong pasará de manos británicas a la soberanía china. Un corresponsal inglés pide en matrimonio a una hermosa mujer china; esta le rechaza, pues, amante de un rico nativo, piensa casarse con él. Al periodista se le diagnostica su próxima muerte por leucemia; con ocasión de su trabajo descubre casualmente que ella fue prostituta, y vuelca su despecho sobre ella humillándola, y ella, casi a la vez, comprueba que el hombre rico no se casará con ella, y se separa de él.

El mejor amigo del inglés, un norteamericano, descubre su mortal enfermedad, que da a conocer a la mujer china. Esta, guardando el secreto, vuelca su afecto con el periodista, y éste se aprovecha de ella con indigno egoísmo hasta su muerte, mientras tienen lugar -es julio- las ceremonias militares y civiles del traspaso de poderes.

Esta es la clara metáfora, crítica y negativa, de la presencia de la corona británica. Ni la historia de amor, ni otra menor de tarea periodística, ni la relación de amistad adquieren toda la fuerza dramática, pues son símbolo de la relación Hong Kong-Gran Bretaña; y siempre está presente ese clima de inminente final de una época para Hong Kong.

Resulta el film elegantemente frío. Más que documental de Hong Kong, la ciudad es la protagonista; las historias y los personajes -velada su sordidez en lo más hiriente- forman parte de la definición del espíritu de la gran ciudad. Wang mueve la cámara por calles e interiores, que adquieren una fascinante belleza, triste, casi desencantada…, como son signo el amor y la amistad frustrados, y la solitaria muerte.

Pedro Antonio Urbina

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.