Interesante biopic que se adentra en la no menos interesante vida de Jacques Cousteau, el famoso explorador francés que dedicó su vida a divulgar y proteger la riqueza de la naturaleza marina.
Jerôme Salle (El secreto de Anthony Zimmer) bucea –nunca mejor dicho– en la personalidad de un hombre con aristas y en su compleja vida familiar. No es que se desprecie, ni mucho menos, la faceta profesional y científica de Cousteau. De hecho, estos episodios dan lugar a algunas de las escenas más espectaculares: por ejemplo, aquellas que reflejan la expedición por la Antártida de Calypso, la mítica nave de Cousteau. Pero el punto de vista del biopic es otro y la realidad es que la cinta presta especial atención al carácter de Cousteau, a su indisimulado ego, su difícil –y al mismo tiempo intensa– relación con su hijo Philippe o la crisis en su matrimonio. Crisis que sufre de una manera especial su mujer, interpretada por una sorprendente y madura Audrey Tatou.
A Jacques Cousteau le da vida Lambert Wilson, el carismático superior de la magnífica De dioses y hombres, en lo que es un claro acierto de casting. Su convincente interpretación, junto con la actuación del emergente actor francés Pierre Ninney, es uno de los puntos fuertes de la película. Eso y las impresionantes escenas acuáticas. También acompaña la cuidada banda sonora de Alexander Desplat.
Pero, junto con estos valores, a la cinta le falta un poco de garra para ser un biopic sobresaliente. El guion es excesivamente lineal y condescendiente y se presta poca atención a la evolución de los personajes. De hecho, una de las líneas argumentales más jugosas –la que cuenta cómo Cousteau pasa de ser un productor cinematográfico a un activista– está contada de una manera bastante simplista. Una pena porque estos fallos no dejan que la película vuele a la altura que podría hacerlo.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
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