Ellias prepara con ansiedad el desfile de su última colección en París cuando recibe la noticia de la muerte de su padre, con el que apenas tenía contacto y vivía en Canadá. En ese momento de éxito, tendrá que trasladarse al entierro y funeral.
Con su ópera prima, Custodia compartida (2019), Xavier Legrand consiguió un consenso favorable de la crítica y numerosos premios en los César y los Festivales de Venecia y San Sebastián. Su segunda película es visualmente más ambiciosa, tanto en diseño de producción como en planificación, algo que se observa desde su espectacular inicio en la pasarela de modelos. Sin embargo, el argumento es demasiado difuso, con una tensión creciente muy lograda pero con un recorrido dramático que decepciona por su reiteración y falta de personajes que conecten con el espectador. El guion está escrito por el autor de la novela, Alexandre Postel, que realiza su primer trabajo en el cine, algo que en este caso parece tener consecuencias evidentes.
En el fondo late esa ausencia del padre como herida incurable del artista solitario, y la convicción del hijo por no caer en sus redes después de su muerte. La intriga parece querer llegar ahí, pero los giros constantes y bruscos del último tramo acaban por consolidar su condición de película ambiciosa y fallida.
