El pequeño Nemo

El pequeño Nemo

TÍTULO ORIGINAL Little Nemo

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Little NemoDirector: William T. Hurtz. Dibujos animados.

Little Nemo, creado por Winsor McCay, fue el primer gran cómic publicado en Estados Unidos y es todo un clásico del Noveno Arte. Llega ahora su adaptación animada, realizada por un equipo técnico internacional de primera categoría.

El guión es de Chris Columbus, director de las dos partes de Solo en casa y de Mrs. Doubtfire. Se basa en una historia original del prestigioso dibujante francés Jean Moebius Giraud -autor, entre otros, del Teniente Blueberry-, adaptada en primera instancia para el cine por el maestro de la ciencia-ficción Ray Bradbury (Crónicas marcianas, Fahrenheit 451). Dirige la película William T. Hurtz, veterano animador de la Walt Disney, con créditos a sus espaldas de la talla de Pinocho, Fantasía y Dumbo. Por su parte, los autores de las canciones, Richard y Robert Sherman, tienen en su haber varios Oscars por sus famosos temas para Mary Poppins, El libro de la selva o Los Aristogatos.

Esta reunión de talentos consigue que la película tenga una gran calidad técnica. Los dibujos están muy bien animados y los fondos son magníficos, dentro de un sugestivo eclecticismo estético, que compagina el sólido estilo de los dibujos originales de McCay, con la estilización de Moebius y el ingenuo naturalismo de Walt Disney. Hasta se incluyen algunos detalles surrealistas, que quieren recordar la admiración de McCay por Salvador Dalí. Además de estos aciertos, hay unas cuantas secuencias muy espectaculares, llenas de impactantes encuadres subjetivos y movimientos de cámara, algunos muy meritorios.

Sin embargo, la película resulta un tanto caótica desde el punto de vista narrativo y no acaba de implicar al espectador. Puede que esto se deba al origen onírico de las aventuras de Nemo y también a la aportación japonesa a la película: la productora principal es la Tokyo Movie Shinsha y ha participado en la dirección el animador Masami Hata. Es bien conocido que muchos largometrajes de animación japoneses -recuérdese el caso de Akira, de Katsuhiro Otomo- adolecen de falta de claridad, quizá por influencia de los complejos manga, comics hiperviolentos de contenido escatológico, en los que se inician muchos animadores nipones.

Sea como fuere, la película resulta un poco pesada, a pesar de su belleza y del valor moralizante de sus mensajes. De todos modos, es probable que los más pequeños disfruten con las andanzas del travieso Nemo y su ardilla Ícaro en el País de los Sueños. Eso sí, que se preparen, pues hay pasajes de mucho miedo.

Jerónimo José Martín

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