El director danés Bille August logra a sus 73 años una película interesante y amarga que cuenta el acuerdo tóxico entre la célebre y sexagenaria escritora Karen Blixen, más conocida por su seudónimo literario Isak Dinesen, y Thorkild Bjørnvig, un joven colega de 30, casado y con un hijo, que da sus primeros pasos. El pacto (mecenazgo por parte de Blixen) incluye una peculiar cláusula: Bjørnvig no podrá hablar de él hasta que hayan pasado muchos años de la muerte de Blixen.
La actitud posesiva y despiadada de Blixen incluye la exigencia de una obediencia ciega que supone subordinar al arte no solo la vida profesional y personal, sino la honestidad. August se acerca con mano firme a la miseria humana, al afán de dominación, a la egolatría. No necesita ser explícito, ni grosero. Permite al espectador entender que Lejos de África, si bien es una buena novela, fabula las cosas para exaltar a un personaje (sus cuentos son muy brillantes) que tiene poco que ver con la amarga realidad de una persona con un ego gigantesco, que se marca como objetivo ser la dueña y señora de los que le rodean.
