Director: Nigel Cole. Guión: Craig Ferguson y Mark Crowdy. Intérpretes: Brenda Blethyn, Craig Ferguson, Martin Clunes, Valerie Edmond, Phillida Law. 94 min. Jóvenes-adultos.
Grace es una afable y ociosa cincuentona. Cuando enviuda descubre que su marido le engañaba con otra mujer y que sólo le ha legado deudas. El banco se apresura a informarla del inminente embargo de todos sus bienes. Entonces decide cultivar marihuana en su jardín con la complicidad de Matthew, su cortador de césped, un simpático escocés fumador de porros. Así, ante los ojos cómplices de todo el pueblo, la singular pareja emprende el camino del delito.
El jardín de la alegría recuerda a Whisky a gogo (1949), la popular película producida por la Ealing. En ambos films nos encontramos ante un pueblo costero y apacible, con gente sencilla, bonachona, parlanchina y pícara, que no duda en transgredir la ley cuando les conviene. A todo esto se añade aquí una singular historia de amistad entre una cincuentona de clase alta y un joven de clase baja, creíble durante una hora gracias al talento de Brenda Blethyn y Craig Ferguson.
Es en el tramo final donde aparecen los peros. Por una parte, no es lo mismo que un pueblo de bebedores se aproveche de un cargamento de whisky, y decida solidariamente burlar a la policía, que convertirse en productores y traficantes de droga. La ingenuidad y la inocencia tienen unos límites, y se siente que en esta historia se han superado. Por otra parte, el desenlace suena a falso: un viaje a la capital para vender la droga, unos gangsters de pacotilla, una fiesta casi ridícula en su tono de astracanada… Son elementos que estropean al final una obra que funciona a la perfección durante 60 minutos.
Fernando Gil-Delgado