Director: John Schlesinger. Intérpretes: Anthony Hopkins, Isabella Rossellini, Campbell Scott, Ronald Nitschke, Hart Bochner.
Director, entre las más recientes, de Marathon Man, El día de la langosta, Cowboy de medianoche, y de otras menos valiosas, no se esperaba de John Schlesinger una obra tan fallida.
Hay una novela detrás, y su autor, el británico Ian McEwan, lo es también del guión. Sin embargo, falla en primer lugar la credibilidad de la historia. También falla por la flojera interpretativa de Isabella Rossellini y de Campbell Scott, el inocente. Este personaje ha sido llamado a Berlín -recién acabada la II Guerra Mundial- para llevar a cabo una especializada tarea técnica al servicio de los aliados, por así decir, de Anthony Hopkins, el jefe; pero, como es un inocente, cae en las alegres redes de la Rossellini, que no es trigo limpio.
Tal vez una actriz a lo Marlene Dietrich hubiera podido hacer una auténtica creación de esa teóricamente turbia y fatal mujer; la Rossellini, no. Y a Campbell Scott le resulta imposible mostrarse inocente y seducido, y caer, ciego, en un plano anuncio de perfume caro. Hopkins no acaba de creer del todo lo que sucede a su alrededor.
La dirección de John Schlesinger consigue una narración con aire de los años cuarenta, no así la dirección artística, muy de telefilm. En su conjunto, es una película correcta, profesional, como propia de un director veterano que no tiene que mostrar a nadie ya su primera categoría. Su error quizá haya estado en aceptar un guión claramente insuficiente y hasta torpe, con numerosas situaciones tópicas, burdas o, sin más, innecesarias; pero, sobre todo, un nivel interpretativo bajísimo. Se diría que el mismo Schlesinger ha trabajado sin muchas ganas, y así queda todo, aburrido.
Pedro Antonio Urbina