Cassandra’s Dream

Guión: Woody Allen. Intépretes: Ewan McGregor, Colin Farrell, Hayley Atwell, Sally Hawkins, Tom Wilkinson.108 min. Adultos. (VD)

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Al comenzar la película vemos a dos hermanos que compran un velero al que bautizan con el nombre de Cassandra’s Dream, en honor a un perro de carreras; y está claro que ese gasto supera, con mucho, sus posibilidades económicas.

La tercera película londinense de Woody Allen, después de Match Point y Scoop, fue muy criticada a su paso por Venecia; pienso que se ha criticado más a la película que no fue que a la película que es. Cassandra’s Dream es una película donde Woody Allen vuelve a plantear los temas del delito y la culpa, la conciencia y la existencia de Dios y de un más allá después de la muerte. Pero esta vez -más vale tarde que nunca- se toma el asunto totalmente en serio, aparca su estilo didáctico, el que hacía chistes fáciles sobre temas profundos para Diane Keaton, y comienza de nuevo, buscando una respuesta.

Son dos hermanos londinenses de clase media los que se enfrentan, muy bruscamente, con los temas importantes de la vida y discuten ardientemente sobre ellos. Tanto Farrell como McGregor tienen algo de Allen, pero no son él.

El guión está bien construido, con una lógica fatalista que tiene su origen en las tragedias griegas, en una multitud de otras obras, literarias y visuales, que Woody Allen cita con generosidad. Sobre todo está presente Dostoievski, pues trata del Crimen y castigo que ya atormentaba al protagonista de Match Point, y que esta vez afecta a ciudadanos normales, sin artificios que alivien el pesar.

Al decir que el guión está bien construido me refiero a que no hay cabos sueltos, que cada elemento está en su sitio, y que los protagonistas evolucionan con coherencia. La historia es una invención y puede no agradar a mucha gente: por una parte está esa falta de humor de que hablábamos, falta grave si el espectador espera que lo haya; por otra está esa desconcertante fatalidad que mueve los hilos, a la que ya no estamos acostumbrados; finalmente la fotografía apagada de Vilmos Zsigmond contribuye a la impresión de obra fallida.

Sin duda Cassandra’s Dream no es tan acabada como las dos anteriores, pero mucho más seria y honrada de planteamientos y, con todo, obra notable.

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