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Buenos días, noche

TÍTULO ORIGINAL Buongiorno, notte

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director y guionista: Marco Bellocchio. Intérpretes: Maya Sansa, Luigi Lo Cascio, Pier Giorgio Bellocchio, Paolo Calcagno, Roberto Herlitzka. 106 min. Jóvenes-adultos.

El complejo realizador italiano Marco Bellocchio (Piacenza, 1939) recibió un León de Oro por el guión de esta película, producida por la RAI, que cuenta el secuestro y muerte del presidente democristiano Aldo Moro a manos de un comando de las Brigadas Rojas. La protagonista es Chiara, una secuestradora que interpreta la estupenda Maya Sansa («La mejor juventud»). En ella se encarnan las contradicciones de la ideología: la ortodoxia doctrinal abstracta y los susurros de su corazón que le señalan lo horrible e irreal del camino escogido. Frente a Chiara tenemos a un Aldo Moro descomunal (Roberto Herlitzka), cristiano de una pieza, que asume con dignidad su destino fatídico. Todo su dolor y fragilidad van minando la humanidad sensible de Chiara, que en su interior decide salvarle, aunque no sabrá ni podrá hacerlo. Chiara es una mujer que, por salir a trabajar todos los días, mientras sus compañeros hacen guardia en el zulo, es «vulnerable» a la realidad, a las conversaciones con la gente… y por tanto acaba escindiéndose interiormente.

La tradición cristiana, de la que provienen a su pesar los propios terroristas, está presente en los personajes y sus gestos, y el propio Aldo Moro dialoga sobre ello con sus verdugos. La película tiene un valor didáctico, que puede permitir a los más jóvenes conocer un episodio importante de la Europa de la Guerra Fría, así como comprobar cómo el terrorismo siempre hunde sus raíces en el mismo abono de la ceguera ideológica.

El film también tiene sus cojeras, es muy efectista en ciertos momentos, ambiguo en otros, y a veces ofrece imágenes de dudosa interpretación, como los planos finales de Pablo VI en su silla gestatoria. Incluso sobre la Democracia Cristiana parece que se cierne una sospecha de fondo.

Bellocchio se ha inspirado en el libro de Sergio Flamigni, las cartas de Aldo Moro y el libro de Anna Laura Braghetti «The Prisoner». No se trata de una película profunda, pero sí útil por abrir una página de la historia con tantas implicaciones. En cualquier caso, es de agradecer que el cine nos permita hacer revisiones de acontecimientos de tanta envergadura.

Juan Orellana

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