Bruc: El desafío

En dos cruentas jornadas, el 6 y el 14 de junio de 1808, las tropas francesas sufrieron en el macizo de Montserrat dos terribles emboscadas. Un monumento al célebre tambor del Bruc recuerda el hecho con este lema: “Viajero, para aquí, / que el francés también paró. / El que por todo pasó / no pudo pasar de aquí”.

Benmayor dirige con solvencia el guión, que concentra la acción en un duelo, planteado al más puro estilo de un western de caza del hombre: “Un ejército invencible. Una montaña sagrada. Un hombre solo”.

Un diseño de producción impecable y un rodaje en exteriores que permite asombrarse ante un paisaje grandioso, confieren a la película un vigor llamativo. La cinta tiene uno de los mejores arranques de cine bélico español. La presentación del villano -un imponente Vincent Pérez- al frente de un grupo salvaje de asesinos a sueldo nos introduce en un thriller al estilo Acorralado, con la diferencia de que el perseguidor es un perro de presa curtido en mil misiones, y el perseguido -Juanjo Ballesta-, un joven carbonero que conoce el terreno porque ha crecido en él.

La historia está bien contada, tiene un tempo ágil y ha sabido acotar el conflicto sin irse por las ramas. Y ello, aunque algunas secuencias de transición y el vibrante clímax se demoren más de la cuenta con excesiva recreación en la suerte.

Ballesta (El Bola) tiene un problema con su dicción, que casa mal con su personaje catalán. Hay diálogos que suenan un poco artificiales: es el coste de contar con la celebridad del actor madrileño, que haría bien en no abandonar el trabajo de formación como actor para encarnar adecuadamente a personajes que se alejen del chico de barrio popular.

Dicen que un buen western crece cuando el antagonista merece la pena. Baste recordar al grandioso Marvin (Liberty Valance) o al inolvidable Heston (Steve Leech) en sendas grandes películas de Ford y de Wyler. Bruc, segunda aventura de producción del equipo Gasull-Roch-Borrás después de la reciente Lope, tiene un malo buenísimo, de esos que se recuerdan, realzado por el gran trabajo fotográfico de Juanmi Aspiroz (The Way), que certifica su buena mano para el cine con el paisaje como coprotagonista.

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