Asuntos privados en lugares públicos

Guión: Alain Resnais, Jean-Michel Ribes, Alan Ayckbourn. Intérpretes: Lambert Wilson, Laura Morante, Isabelle Carré, André Dussollier, Sabine Azéma, Pierre Ardite. 120 min. Adultos. (XD)

TÍTULO ORIGINAL Coeurs

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A sus ochenta y cinco años el maestro Alain Resnais (El año pasado en Marienbad, Stavisky, On connait la chanson) sigue activo, y en buena forma. En Asuntos privados en lugares públicos vuelve a utilizar una obra de teatro del británico Alan Ayckbourn, como ya hiciera en su obra doble Smoking/No smoking, ahora trasladada al barrio parisino de Bery, y lanza una mirada irónica y llena de afecto sobre media docena de personajes de clase media, vacíos y muy necesitados de afecto. Esta obra le valió el León de Plata al mejor director en Venecia en 2006.

La historia comienza con Thierry (André Dussollier), maduro agente inmobiliario, mostrando un piso a Nicole (Laura Morante). El piso resulta demasiado pequeño para sus necesidades y las de su novio Dan (Lambert Wilson). Thierry vive con su hermana Gaelle (Isabelle Carré), mujer mucho más joven que él, triste personaje que cada noche acude a un café y se pone una flor en el ojal esperando que algún hombre haya respondido a su anuncio y se acerque a hablar con ella. Mientras tanto Thierry comienza a interesarse por su compañera de trabajo Charlotte (Sabine Azéma), piadosa mujer que le ha prestado una cinta de vídeo en la que ha grabado un programa de música religiosa. Charlotte además dedica las tardes a cuidar de Arthur, insoportable enfermo terminal, padre de Lionel (Pierre Arditi), barman de un hotel restaurante donde Dan, amargado tras ser expulsado del ejército, ahoga sus penas.

Asuntos privados en lugares públicos tiene a su favor un extraordinario plantel de actores, lo mejor de la escena francesa, y un director veterano que hace maravillas con la cámara. Resnais subraya el origen teatral del texto y juega con la iluminación y los movimientos de la cámara a través de muros y techos, buscando el mejor ángulo para sacar partido a cada diálogo; ha dividido su película en unas cincuenta escenas, breves e intensas, y unas preciosas transiciones que muestran la nieve cayendo.

La película, como la obra de origen, aborda muchos temas interesantes, pero no pretende profundizar ni resolver ninguna situación; se limita a señalar que la soledad profunda que les inunda a todos tendría remedio si esas desesperadas criaturas abrieran el corazón a alguien; desgraciadamente no tienen a nadie con quien hacerlo. El texto de Ayckbourn, siempre irónico, adolece de cierta exageración y de la tendencia al cliché, especialmente en la personalidad de Charlotte, mezcla de ángel y demonio, pero mientras dura la proyección esos defectos apenas se notan, tal es la magia del cine y el oficio de Resnais.

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