Ali y Ava viven en diferentes barrios obreros de Bradford, al norte de Inglaterra. Él es un agente inmobiliario con antepasados de Bangladesh, y que ahora padece una grave crisis con su esposa. Ella es una dura viuda de origen irlandés y con cuatro hijos ya mayores, que trabaja como profesora de apoyo en un colegio infantil. Ali y Ava se conocen casualmente, se enamoran y, durante un mes lunar, comparten sus profundas heridas y desafían la frágil integración racial que supuestamente les rodea.
No es muy original –ni narrativa ni visualmente– este premiado largometraje de la inglesa Clio Barnard, cercano al realismo social de Ken Loach o Mike Leigh. Pero, desde luego, suaviza el crudo pesimismo de sus anteriores películas –como Dark River o The Selfish Giant– y afronta desde perspectivas sugerentes temas de calado dramático, como la fragilidad del multiculturalismo, el aumento de las enfermedades mentales, la creciente violencia en el hogar y otros desafíos contemporáneos a la maternidad, la paternidad y la unidad familiar. Todo ello, filmado con vigor y encarnado con sangrante veracidad por todos los actores, especialmente por Adeel Akhtar y Claire Rushbrook, cuya buena química se refuerza con una espléndida selección de canciones románticas, con Bob Dylan como referente ético.
