El matrimonio alemán compuesto por Jantje Friese y Baran bo Odar se dio a conocer internacionalmente como creadores de una de las series más exitosas de Netflix: Dark, un thriller de misterio con intrigantes viajes en el tiempo. El anuncio de una nueva serie desarrollada por Friese-Odar despertó grandes expectativas, espoleadas convenientemente por una amplia campaña publicitaria de la plataforma.
Si en Dark el elenco de actores era completamente alemán, 1899 se caracteriza por su internacionalidad, acorde con el argumento. En octubre de 1899 un barco traslada a emigrantes procedentes –con alguna excepción– de diversos países europeos a Nueva York. El hecho de que cada uno hable en su propia lengua (hasta 9 diferentes) hace que sea más que aconsejable ver la serie en versión original.
Uno de los recursos que emplea 1899 es comenzar cada uno de los ocho episodios con un sueño, o más bien pesadilla, de cada uno de los personajes principales, lo cual no es tan solo una táctica formal. Sin embargo, la pesadilla se produce en el mismo barco cuando comienzan a suceder hechos racionalmente inexplicables.
Visualmente, la serie –rodada en gran parte en unos estudios “virtuales” cerca de Berlín– convence gracias a la conexión entre dirección de fotografía (Nikolaus Summerer), diseño de producción (Udo Kramer) y vestuario (Bina Daigeler). Kramer y Summerer ya habían trabajado juntos en Dark, algo que contribuye a su trabajo y a crear una atmósfera similar a la anterior serie.
1899 busca mantener suspense con continuos virajes en el guion y añadiendo nuevos personajes enigmáticos para llevar al espectador a observar los acontecimientos desde diferentes puntos de vista. Sin embargo, la sucesión de tales cambios de perspectiva acaba resultando repetitiva y excesiva, y por lo tanto tediosa. Además, las grandilocuentes alusiones mitológicas y (pseudo)religiosas no cumplen lo que prometen.