La religión goza de buena salud en EE.UU.

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Frank Newport, autor del libro God is Alive and Well (2012) y director del Instituto de Encuestas Gallup, lleva años preguntándose cuál puede ser el futuro de la religión en Estados Unidos. Recientemente ha analizado los datos de un sondeo realizado por Gallup sobre la importancia de la fe. Frente a quienes pretenden relegar las creencias a la vida privada, 3 de cada 4 estadounidenses creen que la religión es beneficiosa para la sociedad.

En septiembre de 1960, dos meses antes de las elecciones presidenciales, el senador John F. Kennedy pronunció en Houston un famoso discurso en el que aseguró que si llegaba a la Casa Blanca no dejaría que su fe católica interfiriera en sus decisiones. Lo que no descarta que fueran precisamente sus creencias religiosas las que le llevaran a defender los derechos civiles de los negros.

Seguramente, el mensaje del candidato demócrata logró tranquilizar al amplio electorado protestante y le permitió convertirse en el primer católico que alcanzaba la presidencia. Pero también sentó un precedente para aquellos políticos católicos (como ahora Joe Biden o Andrew Cuomo) que ante debates conflictivos esgrimen el argumento “estoy personalmente en contra, pero no impongo mis convicciones”.

El 69% de los estadounidenses mayores de 18 años declara ser practicante y el 40% reconoce que la religión es muy importante en su vida

Ahora, una encuesta de Gallup reabre la cuestión de la presencia de la fe en el espacio público. Un 77% de norteamericanos creen que la religión está perdiendo influencia en EE.UU.; a la vez, un 75% dice que al país le iría mejor si más estadounidenses fueran creyentes. El último dato indica que muchos de los del primer grupo (al menos, el 42%) piensan que es negativo para la sociedad la supuesta retirada de la religión.

En realidad, el sondeo –basado en entrevistas telefónicas a 1.500 personas– no dice mucho acerca de la influencia real de la religión en EE.UU., pues solo recoge las impresiones de los encuestados. En cambio, sí arroja luces sobre la alta estima que se tiene hacia la religión en ese país: algo más de 3 de cada 4 más creen que sería bueno para la sociedad si más estadounidenses fueran creyentes.

Aunque esta opinión es mayoritaria entre los que asisten de modo regular a servicios religiosos y afirman que la religión cuenta en sus vidas, más de la mitad (58%) de los que practican poco o nada y casi un tercio de los que dicen que la religión no es importante en sus vidas (31%) están de acuerdo con esa opinión.

El 18% de los estadounidenses no se adhiere a ninguna Iglesia o confesión, pero eso no quiere decir que sean ateos

Mayoría de cristianos practicantes
En su libro God is Alive and Well, Newport identificó varias tendencias actuales que, a su juicio, apuntan hacia un renacer de la fe en EE.UU. Sus predicciones se basan en el análisis de más de un millón de entrevistas realizadas por Gallup desde 2008.

Para Newport, muchas de las informaciones publicadas en 2012 sobre el auge de los “sin religión” en EE.UU. (cfr. Aceprensa, 15-10-2012) obvian un dato básico: que la fe sigue siendo una fuerza poderosa en ese país y que su influencia podría ir a más en los próximos años.

Los datos de Gallup coinciden prácticamente con los difundidos el año pasado por el Pew Forum on Religion and Public Life: el 18% de los estadounidenses (el 20% en los sondeos del Pew) no se adhiere a ninguna Iglesia o confesión. Pero eso no quiere decir que no crean en Dios: solo el 5% o el 6% de ellos se declara agnóstico o ateo (el 6%, según el Pew).

3 de cada 4 estadounidenses creen que la religión es beneficiosa para la sociedad

El crecimiento de los “sin religión” llevó a algunos a vaticinar el declive de las confesiones organizadas en EE.UU. Es cierto que las confesiones protestantes que hasta ahora eran “mainstream” (episcopalianos, metodistas, baptistas, presbiterianos…) y los evangélicos están perdiendo fieles en el conjunto nacional (cfr. Aceprensa, 3-01-2013). Pero lo cierto es que EE.UU. sigue siendo un país tremendamente cristiano. De acuerdo con los datos de 2012, el 77% de los estadounidenses se identifican con una confesión cristiana; de ellos, en torno al 48% son protestantes; el 23%, católicos; y el porcentaje restante son mormones o pertenecen a las llamadas “confesiones cristianas independientes”.

Además, de acuerdo con un sondeo Gallup de 2012, la práctica religiosa es muy alta. El 69% de los estadounidenses mayores de 18 años (casi 7 de cada 10) declara ser practicante. De ellos, el 40% son calificados por Gallup como personas “muy religiosas”, ya que asisten regularmente a oficios religiosos y reconocen que la religión es muy importante en su vida cotidiana.

Una mirada al futuro
Newton coincide con muchos analistas en que el ascenso de los que no se adhieren a ninguna Iglesia o confesión es una tendencia que está cambiando el paisaje religioso de EE.UU. Pero también señala un dato que ha pasado desapercibido a muchos: de los últimos cinco años, 2012 ha sido el año en que el incremento de los “sin religión” ha sido menor. Esto le lleva a dejar abierta la posibilidad de que, en lugar de seguir creciendo, el número de los que no tienen una identidad religiosa empiece a disminuir.

Entre las tendencias que auguran el renacer religioso de EE.UU., Newton destaca el envejecimiento de la generación del baby boom. “A medida que se acercan a la franja de edad comprendida entre los 65 y los 84 años (la más religiosa desde hace décadas), es razonable esperar que esta generación se volverá más religiosa y, al ser tan numerosa, acabará haciendo más religioso al conjunto de la población”.

Otra tendencia que podría convertir a EE.UU. en un país más religioso es la inmigración procedente de América Latina, que durante los últimos años ha beneficiado más a los católicos que a los protestantes. También habrá que estar atentos a las migraciones desde los estados más secularizados del país (Vermont, Nuevo Hampshire, Maine, Oregon…) a los más religiosos (Mississippi, Alabama, Luisiana…), que tienden a hacer más religiosos a quienes se desplazan.

Incluso, dice Newton, el descubrimiento de la correlación que hay entre religión y buena salud puede ser otra baza a favor de la fe. En un artículo publicado en 2013, Newton defiende la hipótesis de que la religión puede contribuir a ahorrar gasto sanitario a las empresas y al gobierno por el más saludable estilo de vida de los creyentes. Y todavía da un paso más: ahora que cada vez más empresas y aseguradoras recurren a incentivos para que sus empleados y asegurados hagan deporte, dejen de fumar o se hagan revisiones médicas, tendría sentido favorecer a los empleados religiosos ya que a la larga es probable que les acaben costando menos.

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