La legalización del aborto traiciona el ideal democrático

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“Sería totalmente falsa e ilusoria cualquier defensa de los derechos humanos políticos, económicos y sociales que no incluyeran la enérgica defensa del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. Así lo declaró Benedicto XVI al recibir en audiencia a un grupo de obispos brasileños, al término de su visita ad limina. El discurso ha llamado la atención de la opinión pública brasileña, al final de la campaña para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el 31 de octubre.

Sin dejar de insistir en la idea de que son los fieles laicos quienes como ciudadanos libres y responsables deben empeñarse en contribuir a la recta configuración de la vida social, Benedicto XVI ha dejado claro que “cuando los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas lo exigieran, los pastores tienen el grave deber de emitir un juicio moral también en cuestiones públicas”.

“Al formular estos juicios -continúa Benedicto XVI- los pastores deben tener en cuenta el valor absoluto de aquellos preceptos morales negativos que declaran moralmente inaceptable la elección de una determinada acción intrínsecamente mala e incompatible con la dignidad humana; tal elección no puede ser redimida por la bondad de cualquier fin, consecuencia o circunstancia”.

El Papa concretó más esta doctrina al añadir: “Cuando los proyectos políticos contemplan, abierta o veladamente, la despenalización del aborto o de la eutanasia, el ideal democrático (…) es traicionado en sus bases.” Por tanto, les animó, citando la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II, “no debemos temer la oposición o impopularidad, rechazando cualquier compromiso y ambigüedad que nos conformen con la mentalidad de este mundo”. “Esto significa -agregó el Papa- que en determinadas ocasiones, los pastores deben también recordar a todos los ciudadanos el derecho, que es también un deber, de usar libremente el propio voto para la promoción del bien común”,

Benedicto XVI quiso también unir su voz a la de la Conferencia Nacional Brasileña “en un vivo llamamiento a favor de la educación religiosa, y más concretamente de la enseñanza confesional y plural de la religión, en la escuela pública del Estado”. El acuerdo firmado en 2008 entre la Santa Sede y Brasil prevé “una enseñanza religiosa católica y de otras confesiones religiosas” en las escuelas públicas. La asignatura de religión es voluntaria.

Para terminar, el Papa quiso recordar que “la presencia de símbolos religiosos en la vida pública es al mismo tiempo recuerdo de la trascendencia del hombre y garantía de su respeto”. En particular el Papa mencionó la imagen de Cristo con los brazos abiertos en la bahía de Guanabara “que representa la hospitalidad y el amor con que Brasil supo siempre abrir sus brazos a hombres y mujeres perseguidos y necesitados”.

El debate sobre el aborto durante la campaña

Las palabras que el Papa ha dirigido a los obispos brasileños llegan en plena recta final de las elecciones presidenciales del país. La candidata oficial, Dilma Rousseff, heredera del actual presidente Lula da Silva, y el candidato socialdemócrata, José Serra, se enfrentarán en la segunda vuelta del 31 de octubre.

En el transcurso de la campaña, el debate sobre el aborto ha cobrado protagonismo debido sobre todo a la ambigüedad de la postura de Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores, que si bien se ha declarado en los últimos días contraria a despenalizar el aborto, antes de las elecciones había declarado en el diario Folha de Sao Paulo y en la revista Mari Claire que su postura era favorable por tratarse -según ella- “de una cuestión de salud pública”. Al contrario que Rousseff, los otros dos candidatos en la primera vuelta, José Serra y Marina Silva, se manifestaron en todo momento abiertamente en contra del aborto. En Brasil el aborto está prohibido, excepto en caso de violación o de peligro para la vida de la madre.

Durante la campaña Dilma Rousseff ha debido enfrentarse a las críticas de los pro vida, especialmente fuertes por parte de los grupos cristianos evangélicos, que mantienen que la candidata oficialista solo ha aparcado el tema del aborto ante la cercanía de la segunda vuelta electoral. En 2000, de los 192 millones que conforman la población brasileña 125 se declaraban católicos y 26, 2 millones evangélicos.

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