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La “Laudato si’” toma cuerpo en iniciativas a favor de la casa común

publicado
DURACIÓN LECTURA: 7min.

Se han cumplido cinco años de la encíclica Laudato si’ (LS), con la que el Papa Francisco llamó a la humanidad a cuidar del medio natural que compartimos todos. Con este motivo, se ha convocado un año conmemorativo y se ha publicado un documento que anima a hacer realidad las propuestas de la encíclica y muestra ejemplos de iniciativas ya en marcha.

El texto, elaborado por la Mesa Interdicasterial de la Santa Sede sobre la ecología integral, creada en 2015, se titula En camino hacia el cuidado de la casa común. Aborda el tema de la ecología integral, aquella que precisa de una visión abarcadora de la vida para elaborar políticas, procesos de inversión y criterios de evaluación que eviten conceptos engañosos de desarrollo y crecimiento.

Se proponen, así, caminos para asumir esta perspectiva, tanto desde la educación en la familia, en la escuela y en las instituciones religiosas, como desde iniciativas concretas en el terreno, en multitud de países y sectores, que favorezcan la protección del medio natural a la vez que aseguren una vida digna a los seres humanos. “‘El libro de la naturaleza es uno e indivisible’ (LS, 6) –recuerdan los autores– e incluye la vida, la persona, la familia, las relaciones sociales y ambiental. Por lo tanto, no puedes defender la naturaleza si no defiendes a todos los seres humanos”.

El nuevo documento propone una “conversión ecológica” que deje atrás una óptica esencialmente explotadora de los recursos naturales. Según apuntaba el Papa, “nunca hemos maltratado y lastimado nuestro hogar común como en los últimos dos siglos” (LS 53), a causa, en buena medida, de un exasperado antropocentrismo individualista que alteró la relación entre el ser humano y la naturaleza.

Para ayudar a toda la sociedad a “cambiar el chip”, la Iglesia ofrece su experiencia. No un “catálogo de soluciones”, sino todo lo que pueda extraerse de lo aprendido por la comunidad cristiana a lo largo de los siglos. Y también un método: el diálogo, que ejercita tanto con las instituciones y organizaciones civiles como con otros credos.

El documento conmemorativo subraya que la defensa de la naturaleza implica la defensa de los seres humanos

Las propuestas de la Mesa Interdicasterial abarcan una docena de áreas en las que se puede hacer mucho para fomentar el cuidado del hombre y de la naturaleza, y de hecho ya hay abundantes ejemplos del empujón que ha supuesto la encíclica de Francisco en este sentido.

Echando una mano en cualquier sitio

La necesidad de desarrollar una espiritualidad ecológica, que “valore las tradiciones monásticas en su sabia combinación de contemplación, silencio, oración, liturgia, trabajo y servicio”, se ha concretado en muchas iniciativas. Una de ellas es Casa Velha-Ecología y Espiritualidad, un centro para retiros en Portugal, a pocos kilómetros de Fátima, que se menciona como ejemplo en el documento.

Margarida Alvim, su directora, cuenta a Aceprensa que la asociación se constituyó en 2012, a partir de la colaboración con los jesuitas y con las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, y que se fueron sumando benefactores y voluntarios. En ella, las dimensiones ecológica y espiritual van juntas, nos dice, y constituyen una respuesta a la crisis que vive el mundo rural.

“Somos un lugar de encuentro para cuidar la relación con la tierra –al atender juntos el huerto e incluir momentos de contemplación– y la relación con Dios –en los momentos de oración individual y compartida–. Además, vamos de misión al pueblo, visitamos a los mayores, desarrollamos actividades con los niños, y conectamos a las escuelas con los productores locales, con lo que favorecemos el desarrollo sostenible a partir de la alimentación”. La mención en el documento vaticano es, para los miembros de la asociación, “un regalo que confirma que nuestra pequeñez es preciosa; es sal de la tierra”.

Otros ejemplos de imbricación ecológico-espiritual los traen las representaciones de Cáritas. En Eslovaquia, la organización se ha volcado en un proyecto de habilitación de redes de agua potable y reparación de viviendas en Siria e Iraq, para favorecer el retorno de refugiados a sus hogares. Alena Horváthová, responsable de Ayuda Humanitaria, explica a este redactor que la organización eslovaca ya ha instalado paneles solares en zonas de los dos países y construido diez pozos.

“Hacer accesible el agua potable facilita no solo el consumo por parte de los residentes, que no tienen que comprar agua embotellada ni desplazarse largas distancias para obtener el líquido, sino también que este se emplee en la agricultura, y que la población de las aldeas crezca de modo sostenible”, dice.

Por su parte, desde Filipinas, Jing Rey Henderson, responsable de Comunicación de Cáritas, nos comenta que la organización ha establecido una confederación de grupos ecologistas con fuerte base en las comunidades, lo que le posibilita hacer campañas contra el extractivismo, contra el empleo del carbón, y a favor de la siembra de un millón de árboles con el concurso de autoridades locales, así como de la promulgación de leyes de protección del medio.

“También tenemos la campaña Estilo de Vida Sapat (Suficiente), con la que animamos a la gente a dejar atrás las actitudes consumistas, algo que se volvió aun más necesario durante la pandemia, cuando experimentamos no solo escasez de suministros, sino de dinero, debido a la pérdida de empleos”, nos dice. Asegura además que, en cualquier proyecto que asuma la organización, “el cuidado de la casa común tiene que ser una consideración vital y necesaria”.

El texto menciona otras muchas iniciativas de concienciación, animadas durante estos años por el espíritu de la Laudato si’. En Irlanda, el claro mensaje del Papa ha llegado a los alumnos de escuela primaria a través del programa Grow in Love. Así, por ejemplo, con pasajes bíblicos como el de Lázaro y el rico Epulón (Lc 16, 19-31), se les dan a considerar historias de personas que viven en la pobreza debido al cambio climático, la falta de biodiversidad, la escasez de agua, etc. “Así aprenden –señala su web– que los sacrificios que ellos hacen durante la Cuaresma o en cualquier otro momento (al efectuar donaciones) dan testimonio de su voluntad de compartir y ser generosos”.

Por último, y para dejar patente que la encíclica no es aplicable solo de los muros del Vaticano para afuera, el texto refiere varias iniciativas ecológicas desarrolladas en la Santa Sede, entre ellas la instalación de circuitos cerrados para el agua de las fuentes, la de un procedimiento de recolección de desechos diferenciado, y la de un sistema de iluminación que ha reducido un 60% el consumo energético en la Capilla Sixtina y un 80% en la Basílica de San Pedro.

Siete años para un vuelco necesario

Los cinco años de la Laudato si’ y el resumen de acciones desplegadas en este tiempo no suponen, en ningún caso, un “fin de ciclo”. De hecho, el Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral ha establecido un año especial de conmemoración desde el 21 de mayo pasado hasta el 24 de mayo de 2021.

Durante este período se celebrará, del 1 de septiembre al 4 de octubre, el Tiempo de la Creación, festividad encaminada a estimular la conversión ecológica de la Iglesia; posteriormente, el 15 de octubre, tendrá lugar el evento “Reinventar la Alianza Educativa Mundial”, dirigido a animar a las autoridades de ese campo a fraguar un pacto educativo que fomente el respeto a la “casa común”. Otras actividades incluirán la reunión “La economía de Francisco” (19-21 de noviembre de 2020) y la de líderes religiosos, a principios de la primavera.

Se ha establecido un año especial de conmemoración de la Laudato si’ desde el 21 de mayo de 2020 hasta el 24 de mayo de 2021

Pero además, distintas instituciones (hospitales, escuelas, órdenes religiosas, universidades, empresas, granjas, diócesis, etc.) participarán de un programa de reformas durante siete años, a partir de 2021, para recibir el distintivo de Laudato si’. Para obtenerlo, deben cumplir un grupo de requisitos que incluye utilizar mayormente energías renovables, defender la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, atender las necesidades de los grupos humanos más vulnerables (indígenas, niños, migrantes, etc.), participar de prácticas de comercio justo e inversiones éticas, hacer un uso sobrio de los bienes de consumo, reformular los programas educativos en un sentido ecológico, etc.

Según el Dicasterio, la intención es ir sumando a más y más interesados cada año, hasta tejer una red inspirada en los valores de la encíclica. “Será así cada año del nuevo decenio, con lo que esperamos llegar a la ‘masa crítica’ necesaria para la transformación radical de la sociedad invocada por el Papa Francisco en la Laudato si’”.

Próximamente: “La economía de Francisco”, por Luigino Bruni.

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