Mucho antes de que estallara la “primavera árabe” –¡hace ya dos años!– el grito unánime que parecía unir a los países musulmanes frente a la “modernidad” importada por las potencias coloniales o el fracaso del nacionalismo árabe, era el de “El islam es la solución”. Ahora, los enfrentamientos en los países que derrocaron las dictaduras llevan a plantearse si el islam es el problema. Las dictaduras más o menos encubiertas que acogieron la herencia colonial, con algunas excepciones, se habían
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