Matan al grito de “¡Alá es grande!”. Pero la mayoría de los dirigentes musulmanes aseguran que esta violencia nada tiene que ver con el verdadero islam. Para clarificar la situación, se alzan voces entre los intelectuales musulmanes pidiendo la reforma del islam y una revolución religiosa.
Las nuevas Constituciones de Túnez y Egipto son los primeros brotes verdes de la “primavera árabe”, y consagran con más garantías los derechos fundamentales.
La “primavera árabe” no ha alcanzado a los cristianos de Oriente Próximo, y la persecución a que los somete el integrismo puede acabar siendo fatal para el propio islam.
La mayoría de los musulmanes, dentro y fuera del mundo islámico, es partidaria de la “sharía” como norma de conducta personal y política, pero hay diversidad de opiniones sobre otras materias.
Los enfrentamientos en los países árabes que derrocaron las dictaduras llevan a plantearse si, como se decía, el islam es la solución o más bien es el problema.
Hace dos años que empezó en Libia la revolución contra Gaddafi, pero todavía falta allí un gobierno estable y capaz de garantizar la seguridad ciudadana.
En Egipto, las minorías liberales comenzaron la “revolución democrática”, pero los islamistas y los militares resultan ser las únicas fuerzas que cuentan.
En este libro colectivo se repasa la historia reciente de Eurasia, un importante enclave geoestratégico, y se perfilan las claves de lo que puede ocurrir en el futuro en esa zona.
Un año después de las revoluciones árabes, los partidos islamistas han triunfado en las elecciones, y ahora deben demostrar su respeto por las libertades.
La gran esperanza que se abrió con la “primavera árabe” a comienzos de este año fue que democracia e islam resultaran compatibles. Con la perspectiva de los meses transcurridos, se comprueba que los partidos islamistas son la fuerza política mayoritaria y que la democracia islámica tendrá sus propios rasgos.
Seis meses después del comienzo de la “primavera árabe”, ¿dónde están las esperanzas de democracia y dónde las realidades? Un primer balance nos ofrece un desigual panorama.
Ni nacionalismo ni islamismo. Por primera vez, las multitudes árabes, movilizadas por los jóvenes, se han lanzado a la calle pidiendo libertad y trabajo.
Los cambios legislativos que se adopten en los países árabes tras las revoluciones deberán resolver una alternativa: utilizar la democracia para profundizar en los derechos humanos y la separación de poderes o bien reislamizar la sociedad.