Aunque este “thriller” resulta entretenido y suaviza el anticlericalismo de la novela de Arturo Pérez-Reverte, padece un guion nada creíble, con una visión ridícula de la Iglesia.
La película cumple el objetivo de ilustrar un período clave de la historia de España: el pulso entre Felipe el Hermoso y Fernando el Católico, tras morir Isabel.