Pasados varios días desde que Donald Trump y su par ruso, Vladímir Putin, se vieran las caras en Alaska –y algunos menos de la visita del ucraniano Volodímir Zelensky a Washington–, sigue estando claro que lo único que el chef del Kremlin ofrece como menú a lo demás son auténticos sapos: para que las armas callen, Ucrania tiene que ceder su provincia de Donetsk y todo el corredor hacia Crimea, además de renunciar a ser miembro de la OTAN. Y si Zelensky quiere conversar con Putin, debe viajar a Moscú, “capital mundial” del polonio 210, solo para que, a la vuelta, tengan que erigirle a toda prisa un soberbio mausoleo en Kiev.
A estas alturas, parecería que el único titubeante respecto a las verdaderas intenciones del ruso es el inquilino de l…
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4 Comentarios
Me ha parecido muy aclaratorio de la situación y del posible futuro
Muchas gracias, Josefina. Me alegra que le haya sido de interés. Saludos muy cordiales.
No comparto el contenido de este articulo
Muchas gracias por leerlo, D. Ignacio. Saludos para Ud.