El gobierno francés define una «política familiar de izquierda»

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Las ayudas a la familia a uno y otro lado de los Pirineos
En Francia y en España se plantea la cuestión de cómo hacer justicia a las familias. En España sigue pendiente la elaboración de una política integral de apoyo a la familia, tal como pidió una comisión parlamentaria el año pasado (ver segunda parte del servicio). Por su parte, el gobierno francés acaba de inaugurar su nueva «política familiar de izquierda». El Partido Socialista (PS), que siempre había mirado con cierta desconfianza a la familia, ha adoptado un marcado cambio de principios, influido por las asociaciones familiares de ideología afín.

El viraje fue anunciado durante la reciente Conferencia de la Familia, convocada por el gobierno en su propia sede, el palacio Matignon de París. En la inauguración, el 12 de junio, el primer ministro, Lionel Jospin, dedicó a la familia loas poco comunes en boca de un dirigente socialista. La familia, dijo, «es un lugar privilegiado donde, naturalmente, el niño ha de encontrar sus puntos de referencia y descubrir los valores que forjarán su personalidad. Es también el prisma a través del cual el niño se inserta en la sociedad (…) Es un lugar de socialización y de aprendizaje de la solidaridad, del respeto al otro y de la ciudadanía». Son elogios que los socialistas franceses siempre habían reservado para la escuela nacional, laica por más señas.

De hecho, el cambio de rumbo se nota mucho en las referencias de Jospin a la enseñanza. Subrayó «la función insustituible de los padres» en la educación, que «recae, ante todo, sobre la madre y el padre». Sí, la escuela tiene «una misión muy importante»; pero ha de cumplirla «en relación con los padres». Parece que los socialistas han descubierto la subsidiariedad en este terreno.

De todas formas, el primer ministro no omitió una advertencia: «La familia puede ser en ocasiones un lugar de opresión, de abuso, que el carácter privado, y aun secreto, de las relaciones familiares puede ocultar. Debemos mantenernos vigilantes»…

Transformación socialista

A continuación, Jospin bosquejó los principios fundamentales de la nueva política familiar. Subsiste el objetivo natalista que está en el origen de esta política en Francia. Pero hay que insertarlo en un planteamiento global, que tenga en cuenta la evolución de la familia y respete la libertad de los padres. Lo esencial es esto: «Que cada cual pueda constituir la familia que desee, sin obstáculos de naturaleza ideológica o económica».

En la transformación del PS han influido mucho las asociaciones familiares de izquierda. La gauche no ha solido prestar gran atención a la familia, cuya defensa consideraba una causa derechista. Así, de la izquierda no han surgido movimientos familiares hasta hace relativamente poco.

Las organizaciones de izquierda han ido integrándose en la Unión Nacional de Asociaciones Familiares (UNAF), de la que estaban apartados por considerarla conservadora. Hoy, la UNAF tiene en su seno una presencia izquierdista significativa. Pero las asociaciones de izquierda han cambiado también. Lo señalaba en 1995, con ocasión de las últimas elecciones presidenciales, Michèle FournierBernard, presidenta del Consejo Nacional de Asociaciones de Familias Laicas: «Antes nos bastaba la idea de la escuela liberadora. Después nos dimos cuenta de que la escuela no puede resolver todos los problemas de la sociedad (empleo, vivienda, protección social…), sino que estos convergen en el seno de la familia».

La familia no es de derechas

La evolución de los movimientos familiares de izquierda ha acabado por llegar al PS. Pocos días antes de la conferencia en Matignon, el partido publicó un informe titulado «Por una política familiar de izquierda», en el que se apoyó Jospin. Para el PS -y prácticamente toda la izquierda francesa-, las cosas siempre habían estado muy claras: la familia era un asunto privado, mientras que la educación -cuestión de evidente interés social- correspondía principalmente a la escuela laica. Según este esquema, los socialistas tendían inevitablemente a ver la familia como «de derechas» y la escuela pública, «de izquierdas».

Ahora han descubierto otra lógica: «Ni exclusivamente privada, ni asimilable a la colectividad -sentencia el informe del partido- (…), la familia es el lugar donde se articulan los espacios privados y los públicos»; es también «el primer ámbito donde se ejerce la solidaridad en nuestra sociedad». Más adelante se añade: «En una sociedad en que ser joven es más complicado y más inseguro que antes, la acción de los padres es tanto más importante. La educación de las nuevas generaciones, su socialización y su emancipación pasan, ante todo, por las familias».

Vuelta a las prestaciones universales

Tras los principios, el gobierno ha expuesto las medidas concretas que pondrá en práctica. La novedad más notable es una vuelta atrás. En 1997 el gobierno socialista decidió destinar los subsidios familiares sólo a las familias que no superaban cierto nivel de ingresos (ver servicio 170/97); a partir de 1999, todas las familias de al menos dos hijos, cualquiera que sea su renta, recibirán de nuevo esos subsidios familiares: las de dos hijos, 680 francos mensuales (17.000 pesetas); las de tres, 1.556 francos mensuales (39.000 pesetas), etc. Las familias de un solo hijo están excluidas de estas prestaciones, al igual que antes.

En el cambio de 1997 influyeron factores económicos, pero también ideológicos. La cuestión es: ¿los subsidios se justifican como un elemento de una política familiar (tener hijos) o de política social (tener menos renta)?

La mentalidad tradicional de la izquierda se inclina por la segunda razón. Eso hizo el gobierno socialista el año pasado. Pero no contó con las organizaciones familiares, y han sido las de ideología afín las que lo han presionado para que rectifique. La UNAF había puesto el retorno a la universalidad de las prestaciones familiares como condición para dialogar con el gobierno. Por su parte, el PS, en su nueva actitud pro familia, pedía que las ayudas se extendieran a los matrimonios con un solo hijo; pero el gobierno no ha accedido.

A cambio del retorno de las prestaciones universales, disminuirán las ventajas fiscales derivadas del «cociente familiar», por el que la renta total de la familia se divide por el número de miembros del hogar y se le aplica el tipo impositivo que corresponde al cociente, no al total. Ahora, la parte de cada uno de los dos primeros hijos (cada uno de ellos, a diferencia de los padres y los demás hermanos, cuenta como media unidad) no puede pasar de 16.380 francos; el gobierno ha decidido bajar el lí-mite a 11.000 francos. Para las demás partes no hay ni habrá límite.

Jospin ha defendido el trueque diciendo que es más progresivo y más distributivo: salen perdiendo más familias, pero pierden menos dinero. En suma, la medida beneficia sobre todo a las familias con dos o más hijos y de renta modesta, y exige más a las que tienen un solo hijo o ingresos más altos.

Ayudas más generosas

El gobierno ha anunciado otras medidas de apoyo a la familia:

– Las ayudas por hijos mayores dependientes se dan ahora hasta los 19 años y si el joven cursa estudios. A partir de 1999, el tope de edad subirá a 20 años y se eliminará la condición de que el hijo sea estudiante.

– Las ayudas por estudios de los hijos se extenderán a familias modestas de un hijo que actualmente no las reciben.

– Los créditos y subsidios para vivienda, que ahora son menores si la vivienda no es de promoción pública, se igualarán para todos los casos.

– Las familias pobres que reciben el ingreso mínimo de inserción (una especie de salario social) se beneficiarán también de los incrementos de las prestaciones familiares aplicados por edad del hijo, incrementos a los que ahora no tienen derecho. En contrapartida, los dos aumentos se retrasan un año: a partir de los 11 y de los 16 años, en vez de a los 10 y a los 15.

– Se destinarán fondos para abrir nuevas guarderías subvencionadas, porque el sistema actual de financiación penaliza a los municipios con más familias pobres.

Queda pendiente de concretar otro gran objetivo general de la «política familiar de izquierda»: el apoyo a los padres para conciliar trabajo y dedicación a los hijos. Jospin dice que se trata de reorganizar los permisos por nacimiento de un hijo y por atención a familiares, de fomentar los empleos de dedicación parcial para los padres que realmente los desean, y de favorecer el retorno al empleo de quienes lo dejaron por unos años para cuidar a los hijos. ¿Cómo lograr todo eso? Lo dirá la Delegación Interministerial de la Familia -organismo que el gobierno ha decidido crear- a partir de un estudio completo y profundo de las necesidades de las familias.

España: la política familiar está por hacer

Como puso de relieve la Federación Nacional de Asociaciones de Familias Numerosas en su reciente congreso (ver servicio 64/98), en España no existe una política general de protección a la familia. El sistema de ayudas familiares está compuesto por medidas parciales, varias de ellas anticuadas. La última ley específica sobre esta materia, la de Familias Numerosas, es de 1971 -anterior, por tanto, a la Constitución-, y, según la Federación, no se ajusta a la realidad actual. Las ayudas previstas resultan escasas y no se aplican siempre, de modo que, en buena parte, la ley ha caído en desuso: no más de un tercio de las familias numerosas solicitan el título acreditativo.

Después, se ha cambiado el criterio para considerar numerosa a una familia: el número de hijos ha bajado de cuatro a tres a partir de 1995. Desde el año pasado, Cataluña expide un carnet de familia numerosa que da derecho también a nuevas ayudas (ver servicio 170/97).

Por lo demás, en los últimos veinte años sólo ha habido dos medidas relevantes en materia de política familiar: la ampliación a 16 semanas del permiso por maternidad y el establecimiento de prestaciones por hijo a cargo.

Las prestaciones por hijo a cargo no son universales, sino que tienen carácter asistencial: se dan sólo a las familias que no superan un nivel de renta bajo (actualmente, 1,15 millones de pesetas al año si tienen un solo hijo; 173.000 pesetas más por cada hijo posterior). Los subsidios, por otra parte, son cortos: 3.000 pesetas mensuales por hijo (6.000 pesetas si es minusválido).

Recomendaciones del Congreso

De ahí que una de las conclusiones del Congreso de Familias Numerosas sea reclamar una política integral de apoyo a la familia. Es lo mismo que recomendó un año antes una subcomisión ad hoc del Congreso de los Diputados. El informe de la subcomisión, publicado en abril del año pasado, señala trece aspectos que debería abarcar esa política integral.

Por ejemplo, en el capítulo de ayudas para conciliar trabajo y responsabilidades familiares, el informe propone que se compute como cotizado a la Seguridad Social el periodo de excedencia (hasta tres años) por cuidado de un hijo pequeño. También sugiere implantar una excedencia similar para atender a otros familiares necesitados de cuidados especiales, o bien permitir en esos casos un horario laboral flexible o reducido. Otra propuesta es facilitar el acceso a servicios de guardería.

En materia fiscal, la subcomisión pide que cese la penalización a las familias en las que trabaja uno solo de los cónyuges, que pagan más que las familias del mismo nivel de ingresos pero con dos perceptores de renta.

Para que el impuesto tenga en cuenta realmente el número de miembros de la familia, el informe propone adoptar una de estas tres medidas: implantar el sistema de «cociente familiar», aumentar sustancialmente las deducciones por hijo a cargo o incrementar los subsidios por hijo.

En cuanto a la vivienda, se sugiere aliviar para las familias los impuestos indirectos sobre la compra y la rehabilitación de la casa. Otra propuesta es cambiar la deducción por alquiler de vivienda en el impuesto sobre la renta, adaptando el límite de ingresos al número de miembros de la familia.

La subcomisión pide, además, que se asegure el derecho de los padres a elegir libremente la escuela de sus hijos.

El capítulo del informe dedicado a las familias numerosas es el más breve. Sólo propone actualizar la ley correspondiente y extender los beneficios a las familias de dos hijos cuando uno de ellos es minusválido y a las de un hijo cuando son minusválidos los padres.

Rafael Serrano

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