Sin ortografía y sintaxis, guárdese su máster

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La empresa y la joven generación circulan por carriles opuestos en la expresión escrita. Con Internet y los SMS, muchos jóvenes se han acostumbrado a un modo de expresión sumario y aproximativo, sin rigor ortográfico. Pero el mundo del trabajo exige saber expresar con precisión lo que se quiere comunicar, por lo que las empresas se muestran cada vez más atentas al dominio de la lengua, escrita y oral. Esto ha llevado en Francia a que algunas escuelas de ingenieros vuelvan a practicar el dictado, para responder a lo que piden las empresas.

«Las empresas que emplean ingenieros nos piden que nos preocupemos de que los estudiantes mejoren la calidad de su expresión escrita», declara a «Le Monde» (5-03-2007) Pascal Brouaye, director de la Escuela Central de Electrónica. «Tenemos que sensibilizarles en esto. El respeto de la ortografía y de la sintaxis no es una exigencia puramente escolar, sino la base de la eficacia profesional». En esta escuela, el examen de ingreso después del bachillerato incluye una prueba eliminatoria de expresión escrita, que descarta cada año entre el 5% y el 8% de los candidatos. Y a lo largo de los cursos, el dictado y la enseñanza de las técnicas de expresión escrita son de rigor.

Las empresas hacen hincapié en que incluso para tareas de tipo técnico, no basta dominar las herramientas científicas. Hay que dialogar con los clientes, redactar informes, animar reuniones, precisar contratos…

De ahí que las empresas atiendan cada vez más a la capacidad de expresión tanto en la selección de los candidatos a un empleo como en la formación del personal. En el grupo Bull, según aclara Barbara Marazia, consultora de recursos humanos, «la respuesta a una oferta de empleo es tanto más convincente cuanto mejor está redactada, con claridad y palabras escogidas». En otras empresas, en las sesiones de reclutamiento los candidatos deben pasar un pequeño examen escrito, pensado para verificar sus capacidades lógicas y redaccionales.

Casi nadie niega que ha bajado el nivel de los alumnos en ortografía. Pero si alguien quiere una prueba más empírica, en Francia ya la han hecho. En 2005 se puso un dictado a 2.767 alumnos de 123 clases, correspondientes a las edades de 10 a 15 años. La prueba (un corto pasaje de Fénelon de 83 palabras) reproducía el mismo dictado que se había propuesto en el curso 1986-1987 a alumnos de 10 a 16 años.

La comparación muestra que el nivel ortográfico experimenta un retroceso de dos cursos escolares: el nivel de los alumnos de 12 años en 2005 corresponde a los de 10 años en 1987. En 1987, el 50% de los alumnos hacían menos de seis faltas, porcentaje que desciende al 22% en 2005 (cfr. «Le Monde» 9-02-2007).

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