Quién sube y quién baja en el informe PISA 2012

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El informe PISA, que esta edición se ha centrado en las matemáticas, ofrece, además de un “ranking” donde sobresalen los países asiáticos, una colección de ejemplos a imitar y a evitar. Varios casos de grandes progresos son de Latinaomérica.

El informe PISA 2012, recién publicado, recoge los resultados de las pruebas realizadas el curso pasado a medio millón de alumnos de 15-16 años en 65 países o territorios.

Asia gana por goleada
La mayoría de los titulares se han centrado en el aplastante dominio de los países asiáticos (aunque no todos: Indonesia, Tailandia y Malasia aparecen en la cola). Si bien la ventaja del bloque oriental con respecto al resto ha aumentado considerablemente en términos generales, algunas precisiones relativizan este éxito.

En primer lugar, algunas de las economías que aparecen en los primeros puestos son pequeños territorios, y no representan el conjunto de la población del país al que pertenecen. Es el caso de Shanghái (el ganador absoluto), Hong Kong (tercer clasificado), Taipei (sexto) y Macao (décimo). Además, Hong Kong, Macao y Singapur (segundo puesto) tienen una renta per cápita muy superior a la media de la OCDE. En cambio, Corea (cuarto puesto), Shanghái y Taipei están por debajo; Japón (quinto), está aproximadamente en la media.

Por otro lado, Shanghái, Singapur, Hong-Kong y Corea, los cuatro primeros, copan al mismo tiempo las primeras plazas en el ranking de desigualdad intranacional; es decir, la diferencia de resultados entre los mejores y los peores estudiantes es muy grande. No obstante, también algunos países occidentales manifiestan preocupantes diferencias, por ejemplo Francia y Bélgica.

Con todo, los resultados del bloque asiático son muy buenos en casi todos los aspectos. Además de destacar en ciencias y matemáticas, lo hacen también en comprensión lectora, y su progreso en este campo durante la última década es sencillamente espectacular. Por si fuera poco, el porcentaje de alumnos excelentes en las tres pruebas (los llamados all-rounders) supera ampliamente al del resto del mundo.

Entre los países europeos, los vencedores de esta edición son Polonia, Estonia y Portugal, y los perdedores Suecia, Islandia y Noruega; en Norteamérica, Canadá está situado muy por encima de Estados Unidos, que queda por debajo de la media; en Latinoamérica, México y Brasil dejan atrás a Argentina.

Ni la riqueza nacional ni el gasto por alumno guardan una relación directa con los resultados

El dinero no lo es todo
Una de las lecciones más claras del informe PISA 2012 es que ni la riqueza nacional –tomada como índice de desarrollo social– ni el gasto por alumno guardan una relación directa con los resultados. Aunque se aprecia una cierta conexión entre financiación y éxito, hay notables ejemplos que relativizan este nexo.

Por ejemplo, entre los países triunfadores hay muchos que gastan menos por alumno que la media de la OCDE (83.382 dólares acumulados por estudiante desde los 6 a los 15 años). Llaman la atención especialmente los casos de Shanghái (49.000 dólares), Estonia (octavo puesto con 55.000 dólares por alumno), Polonia (12º puesto con 57.000 dólares). También en la parte alta de la tabla aparecen países como Corea (69.000 dólares) o Canadá (11º con 80.000 dólares). En la parte media-alta se encuentra la República Checa, con un gasto también relativamente pequeño para sus resultados. El gasto de España (82.178 dólares) está ligeramente por debajo de la media de la OCDE.

Por el contrario, se puede decir que algunos estados no sacan partido a su elevado gasto. Por ejemplo, Estados Unidos (116.000 dólares) puntúa más bajo que Letonia (45.000) y que Alemania (81.000).

Después de analizar los distintos factores que influyen en los resultados de los alumnos, el informe destaca que los aspectos más determinantes siguen siendo los socio-económicos, aunque con respecto al año 2009 ha disminuido su influencia. Ni el gasto ni la riqueza nacional, ni tampoco la ratio alumnos-profesor, son decisivos. En cambio, PISA 2012 deja claro que la actitud de los estudiantes, y en concreto la asunción de valores como el esfuerzo o la perseverancia, sí tiene una gran repercusión. En cuanto a la implicación de los alumnos en sus estudios, los asiáticos ocupan los primeros puestos, lo que arroja una luz importante sobre las razones de su éxito.

Los países asiáticos han ido subiendo de modo sostenido, mientras que EE.UU. y Rusia quedan por debajo de la media

La brecha de género se mantiene
Uno de los elementos más estudiados en cada edición de PISA es la llamada “brecha de género”: la que existe a favor de las chicas en lectura y a favor de los chicos en matemáticas, pues en ciencias no hay una diferencia significativa en términos generales. A juzgar por los datos del último informe, las tendencias se confirman.

En matemáticas, los chicos siguen aventajando a las chicas en algo más de diez puntos, una distancia que se mantiene estable desde 2003, aunque las diferencias por países son notables. En los nórdicos la brecha es muy reducida, o incluso favorable a las chicas en algunos casos. En cambio, en todos los países latinoamericanos –especialmente, en Chile, Costa Rica y Colombia– la diferencia a favor de los chicos es mayor. Lo mismo ocurre en algunos de los flamantes vencedores asiáticos, como Corea o Japón, junto con Italia y Austria en Europa. De nuevo Estonia y Polonia, junto con Finlandia, son dos de los países que salen mejor parados, puesto que combinan unos resultados medios altos con una diferencia entre sexos por debajo de la media.

En cuanto a la lectura, la distancia a favor de las chicas ha aumentado seis puntos de media, con lo que ya se sitúa muy cerca de los 40, una cifra realmente preocupante. En general, el dato de la excelencia en lectura es suficientemente revelador: solo un 0,6% de los chicos participantes en el examen alcanzaron los dos niveles superiores, por un 3,2% de las chicas.

Los países nórdicos, evolución negativa
Finlandia, Noruega, Dinamarca y Suecia tradicionalmente han ocupado puestos de honor en los rankings PISA, hasta el punto de alimentar un cierto mito educativo. Sin embargo, y a pesar de que Finlandia sigue siendo el país europeo con mejores resultados, algunos indicadores muestran un significativo deterioro nórdico, que en Suecia ya no es simplemente un proceso incipiente, sino hecho consumado.

Si se hace caso simplemente a los resultados en bruto, se comprueba que Dinamarca o Noruega se sitúan por debajo de República Checa, Eslovenia o Francia, y a una gran distancia de las dos países emergentes europeos: Polonia y Estonia. Suecia, por su parte, está más cerca de Grecia o Israel que de sus vecinas nórdicas.

Pero otros índices aparte de las puntuaciones totales deberían alarmar a los antiguos dominadores del ranking. Todos ellos han perdido puntuación en matemáticas desde 2003, especialmente Finlandia, donde además ha disminuido casi a la mitad la proporción de alumnos excelentes mientras crecía la de los que no llegaban al nivel de destrezas mínimas. La puntuación en lectura también baja; en Suecia hay más proporción de lectores deficientes a los 15 años que en Turquía o Grecia.

En cambio, los países latinoamericanos analizados “progresan adecuadamente”, aunque también lentamente. De esta valoración positiva habría que excluir a Argentina, y en parte a Uruguay. Entre los puntos negros de la región está la gran “brecha de género”, especialmente en matemáticas, y la estratificación socioeconómica del sistema educativo, muy clara en la elección del tipo de colegio público o privado. En cambio, mejoran los resultados globales en lectura y matemáticas, y especialmente entre los alumnos más desaventajados. México es el país donde más ha aumentado la puntuación de los alumnos con peores puntuaciones en matemáticas, y algo similar se puede decir de Brasil en lectura.

Ejemplos de buenas prácticas
El informe dedica unos apartados especiales analizar los motivos que han impulsado la mejoría de ciertos países, por ejemplo Estonia, Polonia, México, Brasil o Corea. Prácticamente todas las recomendaciones incluidas al final del primer volumen han sido puestas en práctica por alguno de estos países.

De Polonia, el informe alaba las reformas llevadas a cabo en dos oleadas, en 1999 y 2009. Estos cambios proporcionaron más capacidad de gestión a la administración educativa local; se modificó el esquema de la enseñanza obligatoria, recortando dos años la etapa primaria pero incluyendo tres años de educación secundaria comprensiva (igual para todos), de forma que se evitara la prematura diversificación curricular. También se aumentó el salario de los profesores y se modificó el sistema de promoción para ligarlo más al rendimiento. Por otro lado, se concedió más autonomía curricular a las escuelas, pero a la vez se instauraron unas pruebas de reválida al final de cada etapa.

En México y Brasil las medidas han atacado preferentemente el gran mal de sus sistemas educativos: la poca participación y el abandono prematuro. En Brasil, a través de un programa nacional de incentivos a los colegios y ayudas económicas a las familias, el porcentaje de alumnos matriculados a los 15 años ha pasado del 65% en 2003 al 78% en 2012, mientras que en México aún no se ha alcanzado el 70%. Por el contrario, México ha logrado reducir drásticamente el índice de repetición de curso, algo que Brasil no ha conseguido y que lastra fuertemente su crecimiento educativo. Los dos han establecido programas especialmente dirigidos a las partes más deprimidas del país, y la mejoría ha sido evidente. Brasil, además, ha elevado el salario a los profesores a la vez que les exigía más preparación: en consecuencia, actualmente el 95% de los docentes de secundaria posee un título superior. También, al igual que Polonia, ha aumentado los años de educación obligatoria.

Las medidas adoptadas en Estonia y Corea, aunque difieren en algunos detalles, coinciden en ofrecer más autonomía a los centros, exigir más evaluaciones internas, mejorar la formación y la remuneración del profesorado.

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