En la coyuntura laboral actual cabe replantearse si los estudios universitarios han perdido la capacidad de conducir hacia un buen empleo, y si merece la pena el esfuerzo y el coste de llevarlos a cabo.

El 31 % de la población española –al igual que la media de la OCDE (los países más industrializados)–, entre los 25 y 64 años, ha finalizado la educación terciaria o superior (en España es la Enseñanza universitaria y los Grados de Formación Profesional superiores) según el informe Education at a Glance 2012. Por otra parte, un 29% de los españoles entre los 25 y 29 años de edad no están ni empleados ni en educación o formación (los conocidos como Ni-Ni). Más ingresos, menos paro Los estudios internacionales muestran que un título de enseñanza superior garantiza mejores ingresos y menos probabilidad de desempleo. El citado informe Education at Glance 2012 destaca respecto al rendimiento económico de los estudios superiores: a) Las personas con estudios universitarios de los países de la OCDE pueden ganar un 55% más que las que no tienen un título superior. b) Una persona sin el título de educación secundaria gana el 23% menos que otra persona que sí tiene esa titulación. c) Las ganancias que trae consigo la enseñanza superior se incrementan con la edad. Entre los 25 y 34 años de edad, los graduados superiores ganarán un 37% más que quienes sólo tienen educación secundaria. Pero al llegar al periodo de 55-64 años, los titulados superiores ganarán el 69% más que los que sólo tienen la secundaria. En España, la ventaja media de ingresos para personas con educación terciaria es del 41% En el caso de España, la ventaja media de ingresos para personas de 25-64 años con educación terciaria, comparada con personas que sólo tienen educación secundaria superior, es del 41% (33% en hombres y 59% en mujeres), con lo que se sitúa en el puesto 24 de 32 países examinados. Jóvenes sobre-educados Es cierto que, en la actual situación de crisis económica en España, el paro juvenil alcanza tanto a los han ido a la Universidad como a los que no. Con lo que muchos jóvenes titulados están desempeñando trabajos que no requieren los estudios que hicieron. Ya en 2010, la Fundación de las Cajas de Ahorros elaboró un informe en el que afirmaba que España, con una tasa del 25%, se situaba a la cabeza de la OCDE en cuanto a empleados “sobre-educados”; es decir: personas que tenían un exceso de preparación académica para el tipo de trabajos que realizaban. La tasa media de la OCDE respecto a esta variable era del 12%. Los responsables del informe apuntaban como causa de esta situación a una enseñanza universitaria excesivamente academicista, con poco contenido de aprendizaje práctico. También destacaban la influencia de una enseñanza secundaria muy poco competente, cuyos efectos se hacían notar en el bajo grado de preparación con que los alumnos llegaban a la universidad. Estados Unidos: universitarios camareros y taxistas El problema de la “sobre-educación” académica se advierte también en otros países, como es el caso de EE.UU. Alrededor de un 48% de los graduados universitarios norteamericanos, en 2012, desempeñaban trabajos por debajo de sus estudios. Según el Center for College Affordability and Productivity (CCAP) hay en la actualidad más de 1,7 millones de universitarios que trabajan en empleos como cajeros, camareros o profesiones de este estilo. Por ejemplo, el 15% de los taxistas son universitarios. En EEUU, el porcentaje de paro actual es del 3,9% para los universitarios frente al 8% de los que sólo han hecho secundaria y el 11,7% de los que no tienen este diploma El desencanto universitario se está poniendo de manifiesto, por ejemplo, en el descenso de matrículas en las facultades de Derecho. The New York Times (31-01-2013) informa que las solicitudes para estudiar en las Facultades de Derecho son ahora un 38% menos que en 2010. En 2004 había 100.000 solicitudes de matrícula en estas Facultades , mientras que en la actualidad solo son 54.000. Entre los motivos de este descenso están el alto coste de las matrículas, que obligan a pedir créditos a los estudiantes, y la caída en la contratación de titulados en Leyes. Si antes el título de abogado era un pasaporte a buenos ingresos, ahora ya no lo es. Sin embargo, los estudiantes de Medicina continúan aumentando de modo constante: en 2001 eran 34.860, y en 2012 ascendían a 45.266. De todos modos, el título universitario sigue siendo una protección contra el desempleo. En EE.UU., el porcentaje de paro actual es del 3,9% para graduados universitarios frente al 8% de los que sólo han hecho high school (bachillerato) y al 11,7% de los que no tienen este diploma. Más competitivos Frente al desencanto de no encontrar trabajos atractivos después de los estudios superiores, economistas norteamericanos insisten en que un título sigue haciendo más competitivo a un joven en el mercado laboral. Richard Wedder, el director del citado CCAP, declaraba recientemente al Christian Science Monitor (28-01-2013)que el título superior es un factor importante para los empleadores a la hora de seleccionar personal. También hay que recordar que el desarrollo de la tecnología ha hecho que la mano de obra sin cualificación no sea ya necesaria en muchas empresas. Lo que los empresarios buscan son trabajadores que puedan utilizar los últimos productos tecnológicos. Pero para que el título lleve a la prosperidad, también hace falta que se creen empleos que requieran esa cualificación. El CCAP, citando previsiones del Departamento de Trabajo, dice que hasta 2020 saldrán de la Universidad 19 millones de nuevos titulados, mientras que el número de empleos que requieren el título de grado crecerá solo en 7 millones. La educación superior sigue teniendo sentido para muchos. Pero para otros, según el C.S. Monitor, el mejor camino después de la enseñanza secundaria pueden ser los “vocational learning”, cuyo paralelo en España serían los Grados superiores de Formación Profesional. De todo esto se deduce que los estudios superiores pueden no tener una recompensa inmediata, aunque traigan consigo un desarrollo cultural personal. Pero si se hacen con aprovechamiento, y en los primeros años de trabajo se tiene paciencia, suponen una rentable inversión profesional y económica a medio y largo plazo.

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