Hasta la aparición de Internet y las redes sociales, los jóvenes no eran más que un segmento que los anunciantes utilizaban para clasificar a aquellas personas con edades comprendidas entre los 15 y los 25 años. Un público objetivo al que las marcas se dirigían a través de la televisión y las revistas de una manera despersonalizada y con un interés relativo, dada su escasa capacidad adquisitiva y mínimo poder de influencia. Hoy los jóvenes han cambiado. Las reducidas comunidades
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