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El moralismo ecologista y posmoderno de Olga Tokarczuk

publicado
DURACIÓN LECTURA: 6min.

Premio Nobel de Literatura 2018, la polaca Olga Tokarczuk (Sulechów, 1962) destaca por su “imaginación narrativa que, con pasión enciclopédica, traspasa fronteras y hace de ello su forma de vida”, como señala el comunicado emitido por el jurado. Por el escándalo declarado el año pasado en el comité del Nobel, el galardón se ha otorgado con retraso, junto con el de 2019, que ha sido para el austriaco Peter Handke.

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Tokarczuk comenzó a escribir en 1989 y es autora de ocho novelas, varios poemarios y libros de ensayos y de relatos. Estudió Psicología en la Universidad de Varsovia y ha trabajado de psicoterapeuta con jóvenes hasta su dedicación exclusiva a la literatura. Ha comentado que comenzó a escribir inspirada en las obras fantásticas de Edgar Allan Poe y Nikolái Gógol, aunque después, en su concepción de la literatura, le han marcado muchos más autores, como Antón Chéjov y Thomas Mann.

Escrita en primera persona, “Sobre los huesos de los muertos” profundiza en la psicología de la protagonista y en su visión del mundo

Sus primeros escritos fueron poemarios, y en 1993 publicó su primera novela, Viaje de los hombres del libro. En la tercera, Un lugar llamado Antaño (1996, versión española en Lumen, 2001), la autora, inspirándose en la literatura fantástica y en el realismo mágico hispanoamericano, escribió sobre tres generaciones de una familia polaca que vive en el mundo rural a lo largo del siglo XX, en una aldea inventada, Antaño, con el rumor lejano de la primera y de la segunda guerras mundiales.

En 1998 apareció Casa diurna, casa nocturna; luego vinieron Ostatnie historie (2004), Anna Inn en los sepulcros del mundo (2006), Sobre los huesos de los muertos (2009, versión española en Siruela, 2016) y Los libros de Jacob (2014), además de Los errantes (2007) –premio Man Booker International 2018 en su versión inglesa–, que aparecerá próximamente en la editorial Anagrama.

“Narrativa videoclip”

La autora ha definido su literatura como “narrativa videoclip”, subrayando así los rasgos genuinos de la posmodernidad, donde lo importante es la construcción de imágenes en detrimento de la narratividad y el argumento, aunque en sus novelas hay de todo, mezclando de manera habitual el realismo con lo fantástico y experimental. Suele también combinar en una misma obra diferentes géneros literarios, con predominio de la metaficción.

Es una figura muy popular en su país, donde ha obtenido los premios literarios más importantes, además de ser conocida por su activa participación en el movimiento feminista y en la defensa de las minorías, los refugiados, los animales y las causas medioambientales. Ideológicamente se sitúa en la izquierda y se ha manifestado en numerosas ocasiones en contra del partido conservador Ley y Justicia (PiS), en el gobierno desde hace cuatro años y que acaba de revalidar su victoria. Este activo compromiso político y social ha sido muy resaltado con ocasión del Premio Nobel, considerado como un rasgo positivo que suma a su literatura (con Peter Handke, que tiene otras ideas y fue cercano a Slobodan Milošević, ha ocurrido lo contrario). Tokarczuk se define como atea, vegetariana y progresista.

Un “thriller” ecológico

Sobre los huesos de los muertos, su obra más reciente traducida al español, es una novela en la que destacan algunas características propias de su mundo literario. Pero, a diferencia de Los errantes, experimental y memorialística, tiene un argumento más redondo que se inspira lejanamente en las novelas policiacas. Pero lo más importante no es la intriga, sino la descripción de la psicología de los personajes y las ideas de fondo que quiere transmitir: en este caso, de manera un tanto exagerada, un ecologismo militante que lleva a la protagonista, Janina Duszejko, a declarar casi la guerra a los cazadores que abundan donde vive, algunos de ellos furtivos. La novela fue llevada al cine por la directora polaca Agnieszka Holland en 2017, con el título El rastro.

Es una figura muy popular en Polonia, donde ha obtenido los premios literarios más importantes, además de ser conocida por su activismo a favor de diversas causas

La protagonista reside en una aldea remota, próxima a la frontera con Chequia. De hecho, durante el invierno solo tiene dos vecinos, también personas solitarias con las que apenas se relaciona. Un día, aparece muerto uno de ellos, a quien ella llamaba Pie Grande y consideraba “asqueroso, horrible”: siempre borracho, trataba el bosque como si fuera suyo. Tras la rutinaria investigación policial, se producen otras muertes, lo que desata la histeria en la zona.

Astrología y ecologismo

La novela se centra en Janina, ingeniera especializada en la construcción de puentes, que tuvo que abandonar su profesión por una enfermedad. Decidió dedicarse después a la enseñanza, y tras vender su casa en la ciudad y trasladarse a ese lugar solitario, sigue impartiendo clases en la pequeña escuela de la localidad.

Janina es aficionada a la astrología, y juzga todos los sucesos en función del horóscopo de las personas, pues –dice– “todo está relacionado con todo, y todos nos hallamos dentro de una red de diferentes correspondencias”. Tiene una concepción panteísta de la naturaleza, y se declara orgullosamente atea (“soy de las que pone la palabra ‘Dios’ entre comillas”). Es vegetariana, y siente una honda desesperación por los animales que matan los cazadores de la zona, a los que odia. Para ella, la caza es una “matanza cruel”, un asesinato.

Además de sus clases, Janina se dedica a cuidar las propiedades de sus vecinos, pues salvo ella, Pie Grande y Pandedios, todos se trasladan a la ciudad para pasar el duro invierno. Casi siempre está sola y solo recibe las visitas –los viernes– de Dioni, un antiguo alumno que ahora trabaja de informático aunque su pasión es traducir al polaco al poeta inglés William Blake, quien tiene también un simbólico peso en la novela.

El animalismo como religión

Escrita en primera persona, la novela profundiza en la psicología de la protagonista, en sus manías y obsesiones, y en sus frecuentes, originales y estrambóticas teorías, quizás lo mejor de todo. También incluye algunos ingredientes fantásticos, pues alrededor de Janina se materializan algunas pesadillas y sueños, y ella parece ver a su lado a algunas personas y animales que ya han fallecido (como dos perros suyos que desaparecieron). En la parte final de la novela, durante las fiestas de San Huberto dedicadas a los cazadores de la zona, la autora entra en la iglesia e increpa al sacerdote, que en la homilía alaba a los cazadores.

 

Entre sus referentes literarios destacan Edgar Allan Poe, Nikolái Gógol, Antón Chéjov y Thomas Mann, entre otros

 

Resulta interesante la descripción que hace la autora de la vida en esta apartada localidad, la psicología un tanto desquiciada y obsesiva de la protagonista y sus mensajes apocalípticos contra los cazadores y aquellos que maltratan a los animales. Sin embargo, el mensaje de la novela, ecologista y vegetariano, es demasiado explícito y reiterativo. Además, sorprende el sarcasmo crítico con el que trata al sacerdote y a la Iglesia católica. Por último, tanto la construcción de la intriga “policiaca” como su resolución contienen ingredientes tan simples y triviales, que rebajan la calidad literaria de una novela bien escrita, pero a la que le sobra mucha moraleja.

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