Google Everything

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Google tiene cada vez más problemas con autoridades, empresas competidoras y organizaciones de consumidores.

Google es otra fórmula feliz que hizo un servicio real a los usuarios de Internet con su sistema de búsqueda cuando la red se había hecho ya inabarcable. Su invento original no agotó la perspicacia de Google para detectar y satisfacer la demanda del público. Luego vinieron Google Earth, Google Mail, Google Maps, Google News, Google Books, Google AdSense, Google Docs… ideas propias en muchos casos, compradas en otros, como YouTube. Con solo algún contratiempo en el sector de las redes sociales (Orkut, poco extendido fuera de Brasil, y Wave, proyecto abandonado por el escaso interés del público), logró una audiencia enorme y creciente, que le ha permitido obtener grandes beneficios en publicidad online, negocio del que pocos sacan tajada.

Ahora Google es una multinacional de gran tamaño, y mientras crece su popularidad, algunos temen que nos hagamos demasiado dependientes de ella para usar Internet y llegue un día Google Everything, cuando veamos la G adherida a toda clase de servicios. De hecho, Google tiene cada vez más problemas con autoridades, empresas competidoras y organizaciones de consumidores.

Un motivo es las violaciones de la privacidad. El utilísimo y amigable Google puede perder su buena imagen si empieza a parecer un Gran Hermano. Ese peligro tuvo cuando reconoció a principios de este año que sus vehículos que fotografían las ciudades para Street View, el servicio incluido en Google Maps, habían captado y archivado por error comunicaciones privadas que circulaban por redes inalámbricas no cifradas. Las autoridades de varios países, sobre todo Alemania, reaccionaron con contundencia; pero los usuarios se preocuparon muy poco y han seguido usando el valioso servicio.

Más peligroso fue el patinazo de Google con Buzz, un intento de formar una red social a partir de los millones de abonados a Gmail. Cuando muchos usuarios se dieron cuenta de que las direcciones de su libreta se habían dado a conocer a otros con los que se escribían, sin previa petición clara de consentimiento, la protesta fue sonada. Nunca había visto Google semejante rebelión de sus bases; pero rectificó rápidamente.

El buscador que se busca a sí mismo

También tiene problemas Google por la propiedad intelectual, a causa de su acuerdo con editoriales para ofrecer versiones electrónicas de obras descatalogadas pero con copyright vivo. El suscrito en Estados Unidos está sub iudice por denuncia de autores, otras editoriales y la Open Book Alliance, entre cuyos miembros figuran Microsoft, Yahoo y Amazon. En cuestión están la retribución a los autores y la exclusividad otorgada a Google Books.

Sin embargo, lo que más preocupa a las autoridades es la posición dominante de Google en Internet. Tiene el 64% de las búsquedas en Estados Unidos y el 80% en Europa. Recibe más visitas (de máquinas o usuarios distintos) que nadie: unos 900 millones mensuales, con 150 millones de ventaja sobre el segundo, Microsoft. Gracias a ello, y a sus inteligentes fórmulas para colocar anuncios, Google tiene más del 90% del mercado mundial de la publicidad online.

En su condición de opción mayoritaria para localizar información en Internet, Google tiene el poder de fijar qué es visible y qué no para los usuarios. Su famoso algoritmo ordena los resultados según criterios imparciales. Pero el buscador de Google se busca cada vez más a sí mismo. Destaca claramente los enlaces a YouTube y otros servicios propios, como mapas, listas de compras o directorios de empresas. Todo es para servir al usuario, dice Google; o en detrimento de opciones mejores, replican los competidores.

Foundem, un servicio que compara precios y productos, ha elevado una queja contra Google ante la Comisión Federal de Comercio y el Departamento de Justicia de de Estados Unidos. Alega que en 2006 el buscador de Google lo relegó al fondo de las listas de resultados sobre compras y le subió drásticamente la tarifa por salir anunciado al margen de las listas. Poco después, Google empezó a sacar arriba sus propias comparativas de tiendas. Otras empresas del mismo gremio han puesto denuncias semejantes contra Google, pero ninguna ha prosperado hasta ahora.

No seas malo, Google

¿Está Google siendo infiel a su lema, “Don’t be evil”? Es una de las organizaciones que se han opuesto a los planes de quebrar la “neutralidad en la red”, por parte de proveedores de acceso que pretenden dar prioridad al tráfico generado por sus grandes clientes, o por cualquiera que pague más. Pero como dijo un alto cargo de la Comisión Federal de Comercio, también debería suscitar preocupación por la neutralidad en la red un buscador que tuviera posición dominante, porque podría hacer discriminación injusta contra determinadas empresas (cfr. mainjustice.com, 23-03-2010).

De momento, lo único probado es la capacidad de Google para innovar y complacer a los usuarios. Que caiga bajo sospecha invita a preguntarse si hay algo en el sector de las nuevas tecnologías que favorece la concentración de negocios en el número uno. En el mercado de detergentes, el predominio abrumador de una marca tiende a reforzar su ventaja en cuanto la hace más fácil de encontrar, pero no mejora el producto mismo. En cambio, que Windows y el paquete ofimático de Microsoft estén en todas partes aumenta su utilidad, pues permite compartir documentos y manejar computadoras en cualquier lugar. Una red social cumple mejor su función de conectar gente cuanto más grande sea, ya que no resultaría práctico pertenecer a varias para poder relacionarse con distintas personas.

Análogamente, en la venta de música online, la superioridad de Apple hace a su tienda más ventajosa para los consumidores, que así tienen en ella el mayor catálogo. El liderazgo de Google en búsquedas lo convierte en el mejor soporte publicitario. Para los usuarios, tener “todo” en Google también es una comodidad, y no puede decirse que estén cautivos, si los servicios son independientes y gratuitos.

Los grandes caen mal

De todas formas, Google se ha ganado a pulso su liderazgo, y no es inmune a la competencia si otros lo hacen mejor. Algunos temen ahora que Google termine con un cuasi monopolio en bibliotecas virtuales; pero ¿quién ha puesto tanta ambición y tantos medios para digitalizar libros? En diciembre pasado, un tribunal francés prohibió a Google escanear obras con copyright en el país; el mes siguiente, una comisión oficial propuso invitar a Google a participar en el proyecto para digitalizar el patrimonio bibliográfico de Francia. Según el cálculo del informe, si se hiciera con los recursos de la Biblioteca Nacional, se tardaría 375 años en pasar a versión digital los 14 millones largos de obras que componen os fondos; Google Books ha digitalizado ya unos 12 millones de libros desde su inicio hace seis años.

Ante semejante potencia, los recelos contra el nuevo gigante son quizá inevitables. Esa es la opinión de Markham Erickson, director ejecutivo de la Open Internet Coalition, una asociación de empresas y organizaciones de usuarios a la que pertenece Google: “Cuando te haces grande, dejas de caer simpático” (The New York Times, 22-05-2010).

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