El cine emigra a las grandes superficies

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Nuevos canales de distribución de productos culturales
La distribución de películas sigue como siempre, en lo referente a la exhibición en salas: copias de 35 mm que van pasando de un cine a otro. Pero la comercialización de las películas, tanto en las salas como en el mercado de venta y alquiler, presenta la misma tendencia a las grandes superficies que se observa en los libros y en la música.

La transmisión de películas por medios digitales, que permitiría el envío del producto audiovisual directamente desde las productoras a las salas, está lejos de hacerse realidad. Lo mismo sucede con la difusión de los productos audiovisuales por Internet, por la dificultad de transmitir y gestionar con suficiente calidad tal volumen de información -visual y sonora-.

Mientras no llega la era digital para el cine, los nuevos canales de distribución sólo afectan a la fase final del producto. Así, ya es posible comprar a través de Internet cualquier vídeo en cualquiera de los formatos existentes: VHS, LaserDisc, DVD… Formatos cada vez de más calidad, que han diversificado y ampliado la explotación comercial de las películas tras su paso por las salas y antes o después de su explotación en la televisión generalista: cadenas de pago, por cable, vía satélite…

Las palomitas dan más dinero

Por otra parte, el fenómeno de las grandes superficies también tiene sus particularidades en el ámbito audiovisual. Además de las nuevas secciones de vídeo en venta directa en las grandes tiendas de ocio, se han desarrollado con fuerza las cadenas específicas de vídeo-clubs, con una gran oferta de productos en venta y alquiler. La fórmula se ha extendido sobre todo gracias a la empresa norteamericana Blockbuster, que ya cuenta con miles de grandes superficies en todo el mundo. Este fenómeno, aunque inicialmente fue un duro golpe para los pequeños vídeo-clubs, a la larga ha consolidado la tambaleante industria del vídeo de alquiler. Y en la actualidad, esta fase de la explotación comercial de las películas aporta a la industria notables beneficios, también a las pequeñas superficies, que han aguantado el tirón y han sabido competir con las empresas más grandes a base de una atención al cliente más experta y personalizada.

Otra manifestación específica del fenómeno grandes superficies en el ámbito cinematográfico es la proliferación de los multicines, la mayoría de ellos dentro o al lado de centros comerciales. Estos amplios complejos cinematográficos ofrecen al espectador una oferta de cine muy variada y con menores costes, ya que unifican la gestión de la entrada, la sala de control de las diversas pantallas, etc. Además, aprovechan el potencial de los centros comerciales como punto de encuentro y explotan negocios paralelos, como la venta de refrescos, palomitas, etc., que les aportan tantos o más beneficios como la propia explotación de las películas.

Todas estas nuevas iniciativas, unidas a la proliferación de cadenas de televisión, han hecho que la industria audiovisual se haya convertido en una de las más rentables. Lo que, lógicamente, ha disparado la competencia. En este punto, la tendencia más marcada es el firme esfuerzo de las grandes productoras norteamericanas, las majors, por hacerse con el control de todo el proceso de explotación de las películas. Y, si ya dominaban desde hace años la distribución de películas -a veces con prácticas de dudosa legalidad, como la imposición de compra de títulos por lotes-, ahora están dando la batalla también en la exhibición.

Las «majors» atacan

Cada vez son más las majors implicadas en este intento. Muestra de ello es el auge de grandes cadenas de salas, como las Warner-Lusomundo en Portugal, España y otros países europeos. La razón de este interés es clara: cada vez se hacen más películas y, aunque también vuelve a crecer el número de pantallas, empieza a haber problemas para poder exhibir todo lo que se produce. Así que nada mejor que controlar también los canales de exhibición.

Todo esto, como es lógico, ha ido en detrimento de las pequeñas productoras y distribuidoras, que encuentran no pocas dificultades para exhibir sus películas en salas. Han surgido así asociaciones de pequeñas distribuidoras, con la intención de resistir juntas a las majors. Y, a la vez, la necesidad ha hecho surgir iniciativas interesantes. Entre ellas cabe destacar el creciente auge de las salas especializadas, que han sabido encontrar un público fiel y entusiasta de sus películas, proyectadas normalmente en versión original subtitulada y con un alto nivel medio de calidad, pero no demasiado comerciales, que antes no llegaban al gran público. Hasta las películas clásicas comienzan a tener así sus salas específicas de reposición.

Jerónimo José Martín

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