Un periodismo rebelde a la dictadura del “clickbait”

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Un periodismo rebelde a la dictadura del “clickbait”

Asistimos últimamente, de modo especial en España, a un encarnizado debate sobre la función del periodismo. En su libro Los elementos del periodismo, los autores norteamericanos Bill Kovach y Tom Rosenstiel enuncian un principio –el del “cuerpo desnudo y la guitarra”– que puede ilustrar algunas de las cosas que han sucedido en el entorno de los medios en los últimos meses: “Si usted quisiera llamar la atención, podría bajar a la esquina de la calle, quitarse la ropa y quedarse en cueros. Al cabo de pocos minutos la gente se agolparía a su alrededor”.

Los medios informativos compiten entre ellos para captar la atención de unas audiencias constantemente bombardeadas con información y estímulos. Y no solo batallan entre ellos. Hace ya décadas que el periodismo perdió el monopolio de informar: cualquier ciudadano equipado con un smartphone puede dar noticia puntual de un acontecimiento y publicitarlo al orbe a través de las redes sociales. Al principio, para diferenciarlo, lo llamaron periodismo ciudadano; ahora todo entra en el mismo saco.

En este escenario tan competitivo, y en medio de la obsesión por captar la atención en forma de clickbait, los periodistas tienen que lograr diferenciarse, encontrar su toque de distinción. Y, en esa búsqueda de la exclusiva, surge la tentación de decantarse por la exageración y el sensacionalismo.

Bulos y memes

3 de agosto de 2023. La policía tailandesa detiene a un español de 29 años, Daniel Sancho, miembro de una conocida familia de actores, por el asesinato de un cirujano colombiano de 44 años, Edwin Arrieta. El cuerpo descuartizado de Arrieta fue encontrado en un vertedero de la isla de Koh Phangan, en el sur de Tailandia.

Es mes de agosto y hay pocas noticias para rellenar páginas de periódicos, minutos de informativos y, mucho menos, horas de tertulias televisivas. Y este suceso lo tiene todo para convertirse en trending topic de la conversación pública. Y así sucede. Los algoritmos hacen el resto. “¿Por qué Google me anuncia últimamente cuchillos de cocina?”, me decía una conocida que se reconocía enganchada al morbo del caso que inundaba esos días las redes.

¿Qué hizo el periodismo con aquello? Algunos se dejaron arrastrar por el mencionado sensacionalismo, pero no los mejores. En redes sí: allí sí que se viralizó este tema, entre detalles tan escabrosos como innecesarios, bulos y memes elaborados por esos otros generadores espontáneos de información que compiten con los periodistas por la atención de la audiencia.

El principio enunciado por Kovach y Rosenstiel tenía un segundo elemento: la guitarra: “Suponga que se dirige a esa misma esquina de la que estamos hablando y se pone a tocar la guitarra. El primer día lo escuchará poca gente. El segundo quizás alguna más, dependiendo de su talento y de la diversidad de su repertorio, su público irá creciendo día a día”. Este es el buen periodismo, el que sale a bailar con su toque de distinción entre ese sinfín de informantes espontáneos que circula por las redes.

Cuando es mejor callar

1 de octubre de 2023. Seis de la mañana. Se declara un incendio en la discoteca Fonda Milagros, ubicada en la zona de ocio de Las Atalayas, en Murcia. El fuego se extendió rápidamente a otras dos discotecas contiguas, la Teatre y la Sala Lounge. El local estaba lleno. Los clientes y los trabajadores intentaron escapar, pero el fuego y el humo bloquearon las salidas. Murieron 13 personas y 24 resultaron heridas. Las víctimas mortales tenían edades comprendidas entre los 18 y los 45 años.

A los pocos días, en un programa de gran audiencia, Espejo público, la presentadora –Susana Griso–, después de entrevistar a familiares de las víctimas, introduce la tertulia: “Tres discotecas. Material inflamable de nuevo. Parece que no están sectorizadas las tres discotecas y que por tanto el fuego, por la parte alta, corrió de un lugar a otro…”.

En tiempos de sobreabundancia informativa, lo primero que se echa en falta es la información de calidad

Interpela entonces la presentadora a uno de los invitados, Juan Soto Ivars. Titubea primero el periodista, para después lanzar una declaración que se ha hecho: “Yo, ante una cosa como esta, prefiero no decir nada. A veces nos lleva por delante el sensacionalismo. Creo que tenemos que medirnos, tenemos que agarrarnos para que esto no sea… No sé, realmente no me siento cómodo con estas entrevistas que hacemos en estos momentos. Porque, claro ¿cómo va a estar esa madre? ¿Qué le estamos ofreciendo al público para que vea a una madre destrozada porque no sabe dónde está su hijo? Yo creo que tenemos que reflexionar los medios sobre lo que hacemos en estas situaciones. No soy experto en incendios, no sé nada de fuego, no sé nada de duelo, pero sí sé algo de periodismo. Y no sé qué aportamos entrevistando en este momento a esta pobre mujer. Me he sentido muy incómodo (…). Creo que tenemos una responsabilidad siempre en los medios de cogernos un poco las riendas (…). Prefiero no decir nada, prefiero callarme. Y dejar a la gente sufrir por esto que le ha pasado. No se pueden decir muchas cosas”.

En Los elementos del periodismo, los mencionados autores citan nueve aspectos que conforman ese toque de distinción del periodismo. Uno de ellos –las informaciones deben ser proporcionadas– queda bien expresado en las palabras de Soto Ivars.

Mesura

12 de octubre de 2023. Álvaro Prieto, un joven cordobés de 18 años desaparece tras pasar la noche de fiesta en Sevilla. Había ido allí con un amigo, pero se quedó sin batería en el móvil y no pudo mostrar el billete de tren que había comprado para volver a Córdoba. Intentó colarse en un tren, pero fue descubierto. Volvió a intentarlo. Según las cámaras de seguridad, se subió al techo de un tren que estaba estacionado en los talleres de la estación. Murió electrocutado al tocar el pantógrafo del tren. Su cuerpo fue encontrado el pasado 16 de octubre: lo mostró un cámara de RTVE que emitía en directo entre dos vagones del tren.

Los directivos de RTVE se apresuraron a pedir perdón, sobre todo a la familia, por emitir esas imágenes. Y las retiraron. No se hizo bien. Pero se puede pedir perdón. No obstante, otros medios y usuarios difunden el vídeo, esta vez sí desde un sensacionalismo condenable, ampliando todavía más su repercusión.

A las pocas horas de la desaparición de Álvaro, su familia dio visibilidad al caso en los medios. Como con el caso de las niñas de Alcàsser, entendían que darle publicidad era un medio más para encontrar a su hijo. Pero los mejores medios no se ensañaron, como entonces, dando rienda suelta al sensacionalismo. Contención. Mesura. Proporción. Coger las riendas.

“En tiempos de inundaciones, lo primero que se echa en falta es el agua potable”. Lo decía Iñaki Gabilondo, desde su larga experiencia, a estudiantes recién matriculados en la Facultad de Periodismo en la que él estudió. La metáfora es clara: en tiempos de sobreabundancia informativa, lo primero que se echa en falta es la información de calidad. Y ahí es donde debe situarse el mejor periodismo, el que baja a tocar la guitarra en un mundo tan competitivo, sin exageraciones ni sensacionalismos, sin polarizaciones, con proporción, mesura y respeto. Ese es su toque de distinción. Y no el número de clics, de retuits o de visualizaciones.

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