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Cine en pantalla grande sin celuloide

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Las posibles aplicaciones de la digitalización de la información parecen no conocer límites. Una de estas ideas la está desarrollando la compañía telefónica Pacific Bell junto a Alcatel y Sony. Se trata de crear un sistema de distribución por cable de películas a las salas de exhibición. La fibra óptica transportaría una versión digital de las películas a las salas, lo cual podría suponer en el futuro el fin del celuloide como soporte material de los films.

El sistema va a ser de momento experimentado en doce salas de Los Ángeles el próximo mes de julio. La duda es si vale la pena utilizar esta posibilidad, con el consiguiente abandono del sistema tradicional. Algunas ventajas de la transmisión digital de las películas resultan evidentes e interesantes. Así, ya no habría copias rayadas ni habría que transportar bobinas hasta las salas. Incluso se podría proporcionar diversas versiones de una película: distintos montajes que tengan en cuenta las peculiaridades culturales del país donde se exhibe, versión original o doblada, distintos finales… Pero hay dudas, por ejemplo, sobre si la calidad será mejor que la de las películas de 35 ó 70 mm. Además, se corre el riesgo de que no sea respetado el sentido original de las obras.

El sistema es especialmente atractivo para las grandes productoras de Hollywood, que tendrían más poder respecto a los exhibidores. Se podría rectificar el final de una película o retirar un pasaje que haya molestado al público. Y también se podrían retirar de modo inmediato los films que sean un fracaso. Aunque al final lo que más interesa es el dinero ahorrado. Parece que las distribuidoras podrían disminuir sus gastos anuales en 500 millones de dólares, al poder evitarse hacer copias de la película, almacenamiento, etc.: lo cual supone la cuarta parte de los costes de distribución. Otro aspecto que cautiva a las distribuidoras es la posibilidad de poder retirar inmediatamente las películas a los exhibidores morosos.

Pero las cifras que se citan en el capítulo de ahorros tienen una contrapartida. ¿Cuánto puede costar la infraestructura de cableado y el sistema de desciframiento de una sala? ¿Y el transporte por fibra de una película, que se calcula que tarda 45 minutos en llegar de Los Ángeles a Nueva York? En cualquier caso, de imponerse este sistema de exhibición, los grandes perdedores serían las salas independientes, incapaces de costearlo. Tendrían que conformarse con proyectar films en celuloide, el soporte tradicional, que se supone sería abandonado progresivamente. Lo mismo ocurriría con los distribuidores independientes. Otros grandes perjudicados serían los laboratorios, cuya actividad se reduciría drásticamente.

Radio digital

La digitalización se está aplicando también a la televisión, y muchos se frotan las manos pensando en la posibilidad de multiplicar el número de canales televisivos (cfr. servicio 37/94). Pero se olvida con frecuencia que la radiodifusión sonora también puede verse beneficiada de las técnicas digitales.

En Francia se ha puesto en marcha, de modo experimental, la emisión de radio con un nuevo sistema digital, el Digital Audio Broadcasting (DAB). Uno de sus principales atractivos reside en que una sola frecuencia puede ser portadora de hasta diez programas radiofónicos. Programas que al ser transportados en una señal digital, están a salvo de los tradicionales obstáculos de la transmisión de señales: interferencias, desvanecimientos, ajustes de frecuencia… Además, a semejanza del aprovechamiento que se hace en televisión de algunas líneas para enviar la información de teletexto, la señal de radio digital podría ir acompañada de datos adicionales como el título de la canción que se está escuchando, su autor y carrera artística, etc.

Pero una cosa son las posibilidades y otra las realidades. El sistema de frecuencia modulada (FM) está firmemente arraigado y siempre es costoso imponer un sistema que obligaría a cambiar los receptores. Sin embargo, un estudio de mercado hecho en Francia asegura que la mayoría de los oyentes estarían dispuestos a cambiar si el coste no fuera superior en un 30% al precio actual. Si el DAB se implantara, se lograría aumentar el aprovechamiento del espectro radioeléctrico entre un 30% y un 50%, lo cual significa más emisoras en el dial. Surgen dudas administrativas sobre si se concederían programas o frecuencias -cada una supone diez programas-; la regulación podría ser complicada. El riesgo, sin embargo, es que Europa titubee en estas cuestiones y pierda el liderato en un campo en el que de momento está en cabeza: el de la radio digital.

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