El gobierno español quiere frenar la «telebasura» en horario infantil

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Una creciente crítica social de las imágenes zafias y de los cotilleos insustanciales en las televisiones españolas ha llevado a que el gobierno tome la iniciativa para poner freno a la «telebasura», al menos en el horario infantil.

El 26 de octubre, representantes del gobierno se reunieron con los presidentes de las principales cadenas nacionales de televisión (TVE, Tele 5, Antena 3 y Canal+) para expresarles su preocupación por los contenidos que se programan en horario accesible al público infantil (antes de las 10 de la noche). Antes, el gobierno había recibido los puntos de vista del Defensor del Pueblo y de representantes de algunas instituciones no gubernamentales relacionadas con el problema.

El hecho de que el gobierno haya convocado a los presidentes y no a los consejeros delegados de las televisiones privadas ha sido interpretado como una forma de querer señalar el problema, sin tener -por el momento- demasiado claras las soluciones. Y ello, porque quien sabe y manda en una cadena de TV es el consejero delegado. Por eso no estuvieron Vasile y Carlotti, los dos italianos al frente de las privadas Tele 5 y Antena 3.

Una normativa incumplida

El problema de la telebasura no es la falta de regulación, sino el poco empeño en aplicarla. En julio de 1994, España incorporó a su ordenamiento la directiva de la UE conocida como Televisión Sin Fronteras (ver servicios 107/94 y 67/95). Esa ley, que faculta a las autoridades a abrir expedientes sancionadores por propia iniciativa o por denuncia de asociaciones o particulares, establece que las cadenas de televisión, públicas y privadas, no podrán emitir programas ni espacios de autopromoción «que contengan escenas de pornografía o violencia gratuita» entre las 6 y las 22 horas. Por otra parte, al inicio de los programas que se emitan a partir de las 22 horas deberá incluirse una advertencia visual o acústica sobre sus contenidos.

En septiembre, Enrique Múgica, Defensor del Pueblo y ex ministro socialista de Justicia, se quejó en su informe anual ante el Parlamento de «las imágenes zafias y los cotilleos inútiles y abyectos» que consumen niños y jóvenes cuando se sientan delante de la tele. Múgica ha instado al gobierno a prever mecanismos sancionadores para los casos en que no funcione el autocontrol de las cadenas.

Algunos postulan la creación de un Consejo del Audiovisual de ámbito estatal (ya existe en Cataluña) e independiente del gobierno. Otros prefieren un modelo de corregulación pactada entre el gobierno y las televisiones.

En la televisión pública el problema de la telebasura es, si cabe, más escandaloso. No es malo el dato de que la Primera (cadena) de la TVE registró en octubre la cuota de audiencia más baja de su historia. Un dato que, para algunos analistas, podría reflejar que el ente público está pagando su decidida opción por rivalizar con las privadas en la pelea por el «espectador Jekyll & Hyde», ese que consume la misma telebasura que luego denuesta cuando toma café en la oficina.

Por el momento, TVE y Tele 5 se han apresurado a dar publicidad a unos códigos de autorregulación para la protección de la audiencia infantil. Su lectura es sugestiva porque cada uno de los principios programáticos de ambos textos se contravienen a diario en ambas cadenas.

Otros, como el consejero delegado de Tele 5, el italiano Paolo Vasile, se quitan de encima el problema apelando a la responsabilidad de los padres para controlar los programas que ven los menores. Vasile -con aires de padre de la patria obligado a salir en defensa de sacrosantas libertades- declara que hay una obsesión con los contenidos en TV y expresa su esperanza de que el gobierno se tranquilice.

Después de firmar un acuerdo con el CAC (Consejo del Audiovisual de Cataluña), por el que Tele 5 se compromete a identificar claramente los programas vespertinos calificados para mayores de 13 años, Vasile se apresuró a dejar claro que una cosa es señalizar y otra variar los contenidos.

Por su parte, Maurizio Carlotti, consejero delegado de Antena 3, opta por un discurso desinhibidamente fenicio, al asegurar que «la televisión comercial es un negocio destinado a vender contactos publicitarios» y que «la telebasura es un concepto metafísico».

La experiencia acumulada en otros países como EE.UU. (ver servicios 20/94 y 45/04) y Francia (ver servicio 103/02) parece indicar que la única manera de atajar el problema es un consejo audiovisual independiente que, más allá del ámbito consultivo, tenga carácter ejecutivo y por tanto potestad sancionadora (ver servicio 135/04 sobre la reciente sanción de la FCC estadounidense a la cadena Fox).

El problema en España es que esas normas existen pero no se cumplen.

Alberto Fijo

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