Embriones para experimentar

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Contrapunto

Las técnicas de reproducción asistida permiten tener hijos a parejas con problemas de infertilidad, pero dejan a muchos más abandonados en un limbo de nitrógeno líquido. La mentalidad tecnológica salta espontáneamente: ya que tenemos miles de embriones congelados, ¿por qué no «aprovecharlos» para experimentar?

La técnica, por sí sola, únicamente sabe de utilidad. Si no queremos que imponga su dictadura blanda, es preciso que la razón ética someta a crítica sus pretensiones y la regule mediante normas jurídicas. Pero, como afirma la profesora francesa Catherine Labrusse-Riou, el Derecho en materia de bioética se hace a remolque de los hechos: «legitima la demanda médica y científica o industrial»; «el fin justifica los medios, parece ser la tendencia dominante» (ver servicio 153/00). Así, la protección jurídica al embrión humano se va debilitando; desde hace tiempo es perceptible este paulatino deslizamiento (ver servicio 22/99).

El último voto a favor de aprovechar para experimentos a los embriones congelados viene del Grupo Europeo de Bioética (GEB), órgano asesor de la Comisión Europea. La cuestión era si la Comisión puede autorizar el empleo de los fondos comunitarios destinados a investigación para experimentar con embriones. El dictamen del GEB, hecho público el 14 de noviembre, sostiene: «Es difícil encontrar un argumento para prohibir este tipo de investigaciones dirigidas a desarrollar nuevos tratamientos para curar graves enfermedades». Es incluso imposible, si no se discute la primacía de la utilidad.

Hace dos años, el GEB se pronunció sobre el mismo asunto, sin llegar a una conclusión tan clara. En esa ocasión, opinó que los experimentos con embriones humanos que implican la destrucción de estos no tenían por qué ser prohibidos a priori (ver servicio 22/99). En dos años el embrión no ha cambiado nada, aunque han aumentado las posibilidades de explotarlo. Se diría, pues, que es solo cuestión de tiempo, no de principios, quitar las barreras a la manipulación de embriones. A medida que avanzan las técnicas, crece la presión de la demanda biomédica, y los órganos encargados de establecer las normas acaban cediendo.

El reciente dictamen del GEB desaconseja, en cambio, el uso de embriones humanos para la clonación «terapéutica», porque todavía ofrece unas perspectivas demasiado remotas. A la vez, según la presidenta del GEB, la francesa Noëlle Lenoir, esta otra técnica suscita temores a «la trivialización del uso de embriones y la presión que se pueda ejercer sobre la mujer como fuente de ovocitos». De modo que el GEB recomienda imponer una moratoria sobre la clonación y, mientras, impulsar los experimentos con los embriones sobrantes de los procesos de fecundación in vitro.

Vistos el modo de argumentar que usa el GEB y la elasticidad de sus dictámenes, cabe prever que esa moratoria no será muy larga. En realidad, la «trivialización del uso de embriones» ha empezado ya.

Rafael Serrano

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