Una nave se estrella contra la Tierra y las criaturas supervivientes suponen un peligro para el planeta. Un pequeño ejército de humanos híbridos (mitad robot) serán los encargados de investigar a esta inquietante nueva especie.
El norteamericano Noah Hawley (Fargo, Legión) vuelve a demostrar que es un verdadero “creador”. Si en 2024 el uruguayo Fede Álvarez hizo con Alien: Romulus un notable reseteo a la saga iniciada brillantemente por Ridley Scott y James Cameron en los años 70 y 80, este rediseño amplía aún más este universo. Aprovechando el clásico de Peter Pan de James M. Barrie, la serie sabe combinar géneros para que la enésima versión del invasor alienígena tenga originalidad y drama. Los “niños perdidos” son humanos perfeccionados con la técnica más avanzada, que plantea dilemas morales que se subrayan por la adolescente actitud de su creador, Boy Kavalier, interpretado por un sensacional Samuel Blenkin.
La variedad de tramas y tonos no deriva en cortocircuito, y esto permite que el espectador entienda la evolución dramática y narrativa mientras se deja llevar por una aventura visualmente espectacular. Es todo un acierto centrar la historia en la joven Sidney Chandler, una especie de Wendy que intenta guiar a sus hermanos híbridos ante la amenaza de los alienígenas, pero también de los científicos amorales que pretenden tratarlos como robots desechables. Gracias a este personaje, la historia evita convertirse en otro recorrido interminable de trepidación y violencia visceral.
Las tramas secundarias también matizan y aportan diferentes ópticas sobre los límites del transhumanismo y la inteligencia artificial, especialmente presentes en el personaje de Timothy Olyphant (Justified). Igualmente, la estupenda banda sonora de Jeff Russo y el sentido del humor más imprevisible de Noah Hawley, hacen que esta ficción sea a la vez un entretenimiento y un ejercicio de estilo. Sin duda, una de las series del año.