6/10Valoración

28 años después

TÍTULO ORIGINAL 28 Years Later

PRODUCCIÓN Reino Unido - 2025

DURACIÓN 94 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

PÚBLICOAdultos

contenidos

Ritmo : ⚪⚪⚪
Amor: ⚪⚪⚫
Sexo: ⚪⚪⚫
Violencia: ⚪⚪⚪

ESTRENO19/06/2025

En 2002, un agresivo virus de la rabia se extendió por todo el planeta desde un laboratorio en Cambridge, convirtiendo a millones de infectados en una especie de zombies antropófagos. Más o menos, la situación se controló en todo el mundo, menos en el Reino Unido, en cuarentena desde hace años y donde los pocos supervivientes están en permanente lucha contra los infectados, el hambre, la sed y la ausencia de médicos. O sea, como en la Edad Media.

28 años después de aquella pandemia, así es la vida en la fortificada isla Holy, al noreste de Inglaterra, con la que está unida a través de un estrecho istmo, que cubren las aguas del mar cuando sube la marea. Allí vive Spike (Alfie Williams), un inteligente chaval al que entrena sin descanso su padre Jamie (Aaron Taylor-Johnson) y cuya principal preocupación es la decreciente salud de su madre Isla (Jodie Comer). Durante el viaje de iniciación fuera de la isla, que realiza con su padre, Spike mata a su primer infectado, se salva por los pelos de otros y se obsesiona con una hoguera que ve a lo lejos y que podría ser del campamento del Doctor Kelson, un tipo misterioso y singular, sobre el que corren leyendas terribles, pero que quizás podría curar a su madre.

Con este argumento, los británicos Danny Boyle y Alex Garland dan continuidad a la distopía postapocalíptica que crearon en 2002 con 28 días después, completada en 2007 por el español Juan Carlos Fresnadillo en 28 semanas después. Son un dúo ganador, pues Boyle ha dado al cine contemporáneo películas de la talla de Una historia diferente, Millones, Slumdog Millionaire Yesterday, mientras que Garland se ha convertido en un director de moda gracias a filmes com Ex Machina, Civil War Warfare. Tiempo de guerra.

Ciertamente, Boyle deslumbra con un montaje psicodélico y agitador en singular proporción 2.76:1, donde no repite ni un plano ni una angulación, sorprende en cada encuadre, introduce tomas realizadas con móviles iPhone Pro Max, saca brillo a los bellísimos paisajes escoceses, rompe el hiperrealismo con pasajes oníricos y poéticos –algunos en infrarrojos–, fragmentos de viejas películas, documentales de guerra, populares programas infantiles, videoclips… Todo ello, al ritmo de variadísimos temas musicales o de la impresionante declamación que grabó el escritor Rudyard Kipling de su angustioso poema Boots, de 1903. Y, además, muy bien encarnado por el notable reparto, en el que contrastan la fresca naturalidad del chaval Alfie Williams y el aterrador histrionismo de Ralph Fiennes, cercano al de Marlon Brando en su inquietante caracterización del Coronel Kurtz en Apocalypse Now.

El problema es que el apabullante despliegue visual y sonoro de este viaje al corazón de las tinieblas –magistral en el prólogo o la persecución nocturna–, se enturbia con un creciente nihilismo en torno al memento mori, que transforma la religión en superstición cruel, presenta la eutanasia como un acto de compasión e incapacita al ser humano para controlar su violencia innata. La sombra de El señor de las moscas, de William Golding, es alargada…

Ese plantemiento se traduce en una inacabable y agotadora sucesión de sangrientas escenas gore, cuya desagradable morbosidad –con elementos tomados de la saga Depredador– se acrecienta con la desnudez total de los infectados. Esto hace que el filme pierda la hondura dramática que apunta en algunos momentos –cuando desvela la grandeza del amor y la solidaridad– y sólo sea asimilable por un público adulto con el estómago a prueba de bombas. Ciertamente, es el Danny Boyle de Tumba abierta o las dos entregas de Trainspotting… Yo prefiero al Boyle de las películas antes citadas y, sobre todo, de Slumdog Millionaire.

Jerónimo José Martín
@Jerojose2002

Un comentario

  1. Pese haber leído la crítica de Jerónimo, fui al cine a verla con un pequeño grado de esperanza. Que mala decisión. La primera parte de la película es muy regulera, intercalando satisfactorias escenas, como la de la vuelta en la noche por la pasarela, con escenas pasadas de tono y excesivamente morbosas.
    Pero la última media hora, desde la aparición de Ralph Fiennes, el filme entra en hecatombe. Una mezcla de un tono Tarantino poco conseguido y un intento de introducir reflexiones espirituales de la forma más cutre salchichera.
    No sé que se le pasó por la cabeza a Alex Garland a la hora de escribir la historia. Y no sé que se le pasó por la cabeza a Danny Boyle para presentarnos tan sumo relato gore culminado con una escena final de la que tuve que apartar la mirada.

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