En la remota isla de Mema viven unos vikingos en continua guerra con todo tipo de dragones. Para ellos, no hay mayor trofeo que abatir a uno de estos animales escupefuegos. Aunque no todos los habitantes de Mema son iguales. Hipo, el hijo del jefe Estoico el Inmenso, es un chico enclenque y torpe al que nadie toma en serio. Hasta que un día, el destino le lleva a capturar a una de estas bestias, y su vida –y la de todo su pueblo– cambia por completo.
Hay algo que debería ser fundamental a la hora de realizar un remake de un gran éxito cinematográfico: que el motivo no sea comercial, sino narrativo. Es decir, solo tiene sentido si mejora la historia o, al menos, aporta un nuevo punto de vista. Hasta ahora, la casi todopoderosa Disney, sin mucho respeto por su público –con algunas notables excepciones como El libro de la selva o la reciente Lilo y Stitch–, se ha limitado en gran parte a copiar sin aportar verdaderas ideas nuevas.
A este ruedo de los live action se lanza ahora Dreamworks, con una de las joyas de su corona: Cómo entrenar a tu dragón. Y, a pesar de que quien firma estas líneas no albergaba grandes expectativas, Dean DeBlois –que también dirigió y escribió la primera entrega animada– logra renovar con acierto la historia conocida, ofreciendo una película muy entretenida, de tono más épico y con un ritmo creciente.
Así, consciente de que trabajar con imagen real no es lo mismo que animar, DeBlois –esta vez en solitario– firma un guion en el que uno de los puntos fuertes de la cinta original, la relación paternofilial, tiene más fuerza. Además, se profundiza en el vínculo entre Hipo y Astrid, y en la relación de ambos con sus amigos. Es cierto que algunos personajes adultos están algo caricaturizados, pero otros, como Bocón, se perfilan con mayor sutileza.
Por otro lado, el cine real permite al director recrear secuencias de batalla más cercanas al estilo de Gladiator, sin olvidar que sigue tratándose de un cuento para toda la familia.
Y sí: las espectaculares secuencias de vuelo de Hipo a lomos de Desdentao –seguramente aún más disfrutables en pantalla grande–, junto con la magnífica partitura del ya conocido John Powell, harán las delicias de los fans de Cómo entrenar a tu dragón. En definitiva, una propuesta que demuestra que, cuando hay verdadera intención artística detrás, incluso un remake puede justificar su existencia y ofrecer algo nuevo.
Jaume Figa Vaello
@jaumefv