La economía de Francisco

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El siglo XX fue la época de la controversia sobre la evaluación ética del capitalismo. Incluso dentro de las Iglesias cristianas había quienes lo consideraban una expresión del humanismo cristiano, y otros que lo veían como la causa de muchos males sociales. El siglo XXI está demostrando que el capitalismo ya no funciona en ciertos aspectos decisivos del presente y el futuro de la humanidad. Los bienes comunes, los bienes relacionales y el medio ambiente no son manejables con la lógica capitalista. En este contexto tendrá lugar el congreso “La Economía de Francisco”, dentro del año Laudato si’ inaugurado en mayo pasado.

El Papa Francisco siempre ha dado gran importancia a la necesidad de una economía sostenible que cuide del hogar común y no lleve al descarte de los más frágiles y pobres. Desde su primer documento, Evangelii gaudium –que contiene la famosa frase: “Esta economía mata”– el Papa Francisco aborda este tema. Para él este capitalismo no es un sistema equilibrado. Francisco parte de la crisis ambiental para hacer un análisis del modelo económico, juzgado insostenible, necesitado de una revisión total. Permanecer anclados en una economía capitalista que pretende maximizar los beneficios y que considera todo lo demás como un trasfondo sin vida, para ser usado y explotado, simplemente no funciona. Hoy en día ya no podemos considerar la ética ambiental como un costo que hay que soportar: debe convertirse directamente en economía.

El grito de la Tierra y el de los pobres

Sin embargo, a la sostenibilidad estrictamente ecológica hay que añadir inmediatamente la dimensión de la desigualdad y las diversas formas de pobreza que siguen reclamando justicia. El grito de la Tierra no puede y no debe ahogar el grito de los pobres, sino amplificarlo. Sobre estas dos coordenadas fundamentales, el Papa construye su análisis, en el que se detiene en la deuda ecológica y los “descartes”, otro tema que le preocupa mucho, porque este capitalismo descarta a los seres humanos como recursos que no puede reutilizar.

Esta actitud ha producido la crisis ambiental y también la crisis relacional. Debemos reaprender una ética para la que el bienestar no consista solo en una creciente producción de bienes, sino también en saber cómo salvaguardar los que ya tenemos. El gran desafío del siglo XXI será mantener unidas las dimensiones ecológica y económica. El movimiento de Greta Thunberg y los otros movimientos juveniles que en los últimos tiempos están animando (literalmente: dando “alma”) al mundo transmiten, de varias maneras, este mismo mensaje. Es importante, pues, que sean sobre todo los jóvenes los que griten este mensaje, desempeñando una función sustitutiva en un mundo de adultos y ancianos, que están demasiado distraídos por el bienestar y drogados por el consumismo para notarlo y cambiarlo.

Estamos dentro de otro 68 global, pero esta vez la Iglesia no es la vieja institución contra la que luchar, sino que es una parte integral de lo nuevo

El Papa ha entendido todo esto desde hace tiempo, y lo ha reiterado en este último año, llamando a dos mil jóvenes economistas y empresarios a Asís para un evento mundial del 19 al 21 de noviembre de 2020. Y es también aquí donde se capta la profecía del evento “La Economía de Francisco”, un proceso iniciado para ofrecer a los jóvenes la oportunidad de encontrar una relación integral con el oikos. Una nueva ecología solo es posible junto con una nueva economía: si el oikos es uno, una ecología integral no es ni imaginable ni factible sin una economía integral. Con la encíclica Laudato si’, el Papa Francisco ha proporcionado a muchos el marco cultural y espiritual de referencia para lo nuevo que está sucediendo y el hecho de que el Papa vaya a Asís –para encontrarse con los jóvenes, escuchar su grito de alarma y sus sueños de hacer un pacto juntos– es un gesto profético. Una alianza que de alguna manera ya se ha creado entre estos jóvenes y el Papa Francisco, percibido por muchos como un amigo y punto de referencia ético.

La Iglesia, en el lado de la novedad

Estamos dentro de otro 68 global, pero esta vez la Iglesia no es la vieja institución contra la que luchar, sino que es una parte integral de lo nuevo que está llegando rápidamente. Mientras el mundo de los negocios sigue reuniéndose en Davos y, en todas partes, adultos y ancianos trabajan para gestionar el destino de la economía mundial, el Papa se pone en manos de los jóvenes, de sus corazones y de sus inteligencias, para mostrar y pensar en una economía diferente de la que, hoy en día, excluye y “mata” a millones de personas en la tierra.

Es la primera vez que un líder mundial o de una institución global convoca a jóvenes economistas para llamarlos a un compromiso común y coral. La Iglesia católica siempre ha prestado gran atención a la política o a la familia. Menos, a la economía y a la empresa. También, porque la Iglesia ha sufrido, en gran parte, el capitalismo moderno, nacido sobre todo de una ética protestante y un espíritu individualista. El humanismo católico fue una reacción al capitalismo del Norte, a sus finanzas, a su cultura corporativa. Por esta razón, en el mundo católico siempre han existido –y se han promovido– escuelas de política, de doctrina social, de atención al mundo del trabajo y del sindicato, pero muy pocas encíclicas y documentos se dirigen directamente a los empresarios y banqueros.

Este Papa también innova poniendo la teoría y la práctica económica en el centro de su atención como Pastor. Porque para Francisco, el mundo no puede ser cambiado sin cambiar la praxis y sobre todo la teoría económica. El Papa Francisco ha entendido que, sin una nueva época de pensamiento económico, no vamos a ninguna parte, porque hoy la economía es la gramática del lenguaje social. Es un gran factor de innovación haber comprendido que la economía es una prioridad si queremos cambiar el mundo en un sentido humanista y cristiano.

Otra economía es posible

Una última reflexión. Esta atención a los jóvenes y a la economía tendrá como hogar a Asís, una ciudad que es en sí misma un mensaje. “La Economía de Francisco” es la economía del Papa Francisco y de San Francisco juntos. Francisco de Asís es el ejemplo por excelencia del cuidado de los débiles y de una ecología integral. El Pobrecillo de Asís comenzó su revolución eligiendo como forma de vida “solo” el Evangelio. Francisco, sus frailes y monjas intentaron algo impensable: volvieron a las calles y de ricos se convirtieron en pobres mendigos entre los pobres. La riqueza alternativa franciscana se convirtió en el nada poseer para entrar en otro reino.

Es el comienzo de otra economía, de un oikos-nomos diferente, un gobierno de la casa que ya no se rige por la búsqueda de beneficios y ganancias, de un reino donde la moneda no es el oro o la plata sino la charis: la gratuidad. De la pobreza libremente elegida por los franciscanos, nacieron instituciones sine merito para liberar a los pobres de una pobreza que no habían elegido, sino que la sufrían. Esa primera gratuidad dio origen a una economía y a una civilización de la gratuidad que liberó y sigue liberando a multitudes de pobres. Hoy esta lógica ya se aplica en el ámbito empresarial, sobre todo en cooperativas y en las denominadas “organizaciones motivadas por ideales”.

Solo iniciativas como esas, solo quienes conocen la gratuidad pueden alumbrar nuevas economías, porque es la gratuidad la que da el valor correcto al dinero, a los beneficios y a la vida. En nuestro mundo hay una necesidad infinita de charis.

Luigino Bruni
Director científico del evento “La Economía de Francisco”
Autor de La destrucción creadora y Virtudes y vicios del mercado, entre otros libros

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