Los abuelos de Peter Debauer se ocupan en Suiza de la edición de una colección de novelitas populares. Peter pasa con ellos los veranos y puede usar el papel de las pruebas de imprenta por la otra cara. Así conoce la historia de Jung, soldado alemán que vuelve de Siberia y que se encuentra que su mujer está acompañada de dos niñas… y de otro hombre. Faltan las páginas del final del relato. Cuando Peter crece, la semilla de esa historia inconclusa le empuja a investigar, lo que le llevará a descubrir cosas sobre su propia vida y la su padre.
Como hizo en El lector, Schlink reflexiona sobre el periodo del nacionalsocialismo. El argumento resulta barroco y algo descompensado. Hay varias líneas superpuestas de “regresos”: el de Ulises, telón de fondo que recorre toda la historia; el de Jung, y el del propio narrador hacia su condición de hijo en busca de un norte para su vida. La vida sentimental de Peter es de chiste: ama a una mujer casada que en el fondo espera a su marido, vive con el hijo de una ex-novia que le ha abandonado y se dedica al vagabundeo sexual porque piensa que así imita a Ulises.