Los abusos sexuales más frecuentes y menos conocidos

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Los abusos sexuales más frecuentes y menos conocidos

Se han publicado ya varios estudios sobre los abusos de menores en la Iglesia y en otras instituciones, como los Boy Scouts. En cambio, se sabe menos de los cometidos en la familia, aunque son los más numerosos. De ellos precisamente trata un reciente informe francés, que proyecta algo de luz sobre los rincones más oscuros del abuso.

Para analizar el fenómeno y proponer remedios, en enero de 2021 el gobierno francés constituyó la Comisión Independiente sobre el Incesto y las Violencias Sexuales contra Niños (CIIVISE). Se le dio un mandato de dos años, prolongado luego hasta el próximo 31 de diciembre. El pasado 17 de noviembre, la Comisión publicó su informe y sus recomendaciones.

La CIIVISE recogió cerca de 30.000 testimonios de víctimas, en la mayoría de los casos por teléfono o correo, y 250 cara a cara. Para estudiar la amplitud del fenómeno en general, recurrió a algunas encuestas recientes, en especial la realizada en 2020 para el informe Sauvé sobre los abusos en la Iglesia y la llamada GENESE, de 2021; también consultó las estadísticas judiciales.

Según las encuestas, el 14,5% de las mujeres y el 6,4% de los hombres en Francia fueron objeto de abusos sexuales antes de alcanzar la mayoría de edad. De quienes fueron víctimas con menos de 15 años, el 47%, los sufrieron en el seno de la familia. Los otros ámbitos más frecuentes son alguna institución (escuela, Iglesia, equipo deportivo…), con el 25%, y el entorno próximo (amigos de la familia o propios, compañeros de clase, vecinos…), con el 22%. Lo menos común es que el agresor sea un desconocido y el escenario, el espacio público: el 17% de los casos, proporción similar a la hallada por la encuesta encargada para el informe del Defensor del Pueblo de España sobre los abusos en la Iglesia católica. (Los porcentajes suman más de 100 por las personas que han sufrido abusos en más de un ámbito.)

Se observan diferencias significativas entre los sexos. En el seno de la familia, hay más casos entre las chicas (51% de las que refieren haber sufrido abusos) que entre los chicos (36%). En particular, un tercio de ellas dicen haber sido abusadas durante la adolescencia por el padrastro o nuevo compañero de la madre. En cambio, los chicos están sobrerrepresentados entre las víctimas de abuso en una institución.

Cuanto más próximo es el agresor, más peligro

El informe de la CIIVISE señala que, cuanto más próximo a la víctima es el agresor, los abusos comienzan a edad más corta y duran más, hay más reincidencia, las víctimas hablan en menor proporción y más tarde, y llegan menos casos a los tribunales. Y en la familia se da la proximidad mayor.

Así, los abusos comienzan antes de los 10 años de edad en la mitad de todos los casos, y en tres cuartos de los que suceden en la familia; los que duran más de cinco años son un cuarto y la mitad, respectivamente. La mayor proporción de abusados más de una vez se da en el ámbito familiar: 62%, por delante de la Iglesia (59%) y la escuela (58%).

De quienes sufrieron abusos en la familia, los comunican inmediatamente solo el 9%, contra el 40% de los abusados en el espacio público. A la inversa, tardan más de diez años en hablar el 62% de los primeros y el 29% de los segundos. En esto hay también diferencia por sexos: los hombres callan más que las mujeres.

Sobre los menores que hablan, el informe llega a una conclusión importante: “Por lo general, el menor es creído, pero no es protegido”, o sea: quien lo escucha casi siempre lo toma en serio, pero no suele hacer lo necesario para detener los abusos. Dentro de esta tendencia general, destacan sin embargo los buenos oficios de las madres: son las que más confidencias reciben (dos de cada tres) y también las que más actúan (en siete casos de cada diez).

En torno a la revolución sexual de los años sesenta hubo una “ofensiva pedófila” que justificó las relaciones con menores en nombre del deseo y de la emancipación de los niños

Con todo, los abusos en la familia son los que menos llegan a los tribunales. Aunque son casi la mitad del total, representan el 32% de las demandas. El informe estima que el 88% no se denuncian, frente al 81% de los de cualquier tipo. Los casos juzgados que terminan en condena son uno de cada seis del total, pero solo uno cada diez de los de ámbito familiar.

En cuanto a los agresores en el seno de la familia, los más comunes (29%) son los parientes en tercer o cuarto grado: en primer lugar los tíos, seguidos de primos, abuelos, etc. Los padres y hermanos representan el 18%.

La sombra del 68

En el informe falta una cronología de los abusos, que permita saber en qué épocas se han dado más y si la tendencia es ascendente o descendente. Pero en una sección titulada “La ofensiva pedófila”, se subraya la influencia de la revolución sexual en torno a mayo de 1968. En aquel contexto se extendió un discurso que justificó el trato sexual con menores invocando “la liberación del niño del yugo de la dominación por parte de los adultos (…) particularmente en el ámbito de la sexualidad”.

La defensa de “la ‘sexualidad con menores’, en nombre de la libertad sexual”, se difundió por medio de una literatura que “impuso una lectura de las relaciones sexuales ente adultos y menores basada en el deseo”, y ya no en la moralidad. “Autores como André Gide, Henry de Montherlant o Gabriel Matzneff, por citar solo algunos, promovieron lo que hoy se conviene en definir como pedocriminalidad”. (Sobre el caso de Matzneff se puede ver el libro El consentimiento, de Vanessa Springora.)

Detectar cuanto antes

La CIIVISE destaca, en fin, que la gran mayoría de los abusos sexuales se dan en la familia y otros entornos conocidos de los menores, donde se tiende a pensar que hay poco peligro. Por eso propone varias medidas para hacer exámenes regulares y sistemáticos que permitan detectar cuanto antes a los niños abusados o en peligro, con ocasión de las revisiones médicas, las tutorías en las escuelas, etc. También aconseja dar autoridad a los jueces para que intervengan con medidas de protección urgentes cuando hay indicios de abuso, y que estos delitos sean imprescriptibles. Su última recomendación es que la misma CIIVISE se haga permanente, en vez de ser disuelta a finales de año, para continuar el trabajo de investigación y vigilancia.

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