Un hombre contrata a un equipo de especialistas para una arriesgada misión. Hay que ir a un país lejano, entrar en las instalaciones secretas de un grupo enemigo y obtener por medios ilegales cierta información. Advierte que se juegan la vida: dos de sus hombres han sido asesinados; ellos también podrían acabar en la cárcel y ser torturados. Vemos formarse al equipo, preparar el golpe y ejecutarlo en dos arriesgadas fases.
¿Qué estamos viendo? The Cove es un documental, aunque también se lo podría calificar de thriller.
Richard O’Barry, entrenador de delfines para la serie Flipper, es un hombre comprometido con la causa de estos mamíferos. En el aparentemente amable pueblo costero de Taiji (Japón), cada año se capturan miles de delfines: unos son destinados a la venta a acuarios de todo el mundo; el resto serán comida, una comida absurda, dado que su elevado contenido en mercurio la hace no apta para el consumo humano. Pero se vende con una etiqueta falsa con la connivencia de las autoridades. O’Barry se propuso denunciar estos hechos y las instituciones que los amparan. Contrató al director y a un equipo de aventureros, técnicos y buceadores, para entrar en la cala prohibida y filmar allí.
The Cove es un apasionante y combativo documental contado con el ritmo de un thriller; y uno de los mejores documentales ecologistas que se hayan rodado. El público no deja de darle la razón y de sufrir ante las tropelías que se cometen contra esos pobres delfines que, por un capricho de la naturaleza, parecen reír siempre. Y hay que agradecerle que no se haya regodeado en imágenes sangrantes.
O’Barry siente que él, con su trabajo en la serie Flipper, a finales de los sesenta, contribuyó a que todo el mundo quisiera ver delfines cerca de su casa y se promoviera una cacería de delfines a nivel mundial. Lleva casi treinta años luchando por reparar el daño hecho. Este documental, merecedor del Oscar, es una prueba de ello.